Mueren un matrimonio y su nieto de 11 años en el incendio de su casa en Arahal
Un brasero pudo ser el origen del fuego en el que fallecieron Rafael de Bal, Ana López y el pequeño Rafael Cortés. Un nieto mayor fue rescatado inconsciente por los Bomberos.
Rafael Balbuena, de nombre artístico Rafael de Bal, cumplió 70 años el miércoles, horas antes de fallecer en el incendio de su casa, junto a su mujer y su nieto. Era un hombre muy conocido en el pueblo porque durante casi 30 años fue el vocalista de Los Tajara, un conjunto que adquirió cierta fama cantando de feria en feria por toda la comarca y actuando los veranos en los hoteles de la Costa del Sol. Por aquella época se ganó el apodo del Ruiseñor de Arahal, en clara referencia a Joselito, en una de cuyas películas llegó a aparecer de figurante.
En la imprenta Godino aún quedan varios cuadros y carteles con fotos de los Tajara. El padre del dueño, Luis Godino, ya fallecido, fue otro de los componentes del grupo. En una de las fotos, que cada vez va perdiendo más el color, aparece la orquesta en el año 1968. Rafael de Bal va con pantalón y chalequillo rojos, camisa blanca y pajarita. Viste distinto del resto de los músicos, que llevan traje claro. "Él era el cantante, tenía que diferenciarse. De los siete que salen en esta foto ya sólo quedan tres".
El impresor rebusca en su ordenador. "Tengo escaneadas más. Mi padre estuvo muchos años con él y aquí hacían los carteles. Rafael fue el que más aguantó con los Tajara, hasta bien entrados los años ochenta y te diría que incluso los noventa. Luego se incorporó su hijo y siguió cantando con él", dice. En otra de las fotos que encuentra en el ordenador, en blanco y negro, aparece de nuevo el conjunto, con sus integrantes esta vez sentados y con los instrumentos detrás. De Bal es el único que lleva un pantalón negro, mientras el resto del grupo repite traje claro.
"El tono suyo era aflamencado. A veces también tocaba la guitarra. Le hizo un pasodoble a la madre que tuvo cierta fama. Lo adaptó el maestro Enrique Posaelas, también componente de los Tajara, que todavía suele venir casi a diario por la imprenta. En Málaga tenían cierto éxito. Iban todos los años a cantar allí y la peña El Sombrero, que es bastante conocida, les regaló un año el Sombrero de Oro", cuenta el hombre entre tipos y prensas, en mitad de las cuales permanece un cartel del Betis-Chelsea de la Recopa de 1998.
En la pequeña oficina al final de la imprenta todos recuerdan a Rafael de Bal. Como en casi todo el pueblo. Cuentan que durante una de sus actuaciones, en Peñaflor, conoció a Ana López, una peluquera con la que luego se casaría en Arahal y con la que tendría dos hijos: Rafael y María del Mar. El primero seguiría la tradición de músico y la segunda trabaja en Sevilla capital como asistente social.
Cuentan en el pueblo que De Bal estaba ya mayor. "Había tenido una vida algo pendenciera", dice su vecino, Francisco Portillo. "Pero era una magnífica persona. Ayer mismo me lo crucé en la calle. Yo iba con una bolsa en la mano y él llevaba otra. Veníamos de la compra '¿Qué hay, vecino? Estamos los dos metidos en la bolsa eh', me dijo, riéndose y señalando las bolsas que llevábamos". Mientras lo cuenta esboza una tímida sonrisa, en un gesto cariñoso al que hasta este jueves fue su vecino. Ana, la mujer, estaba enferma pero acudía por las tardes al centro cívico a un taller de bordado.
Imágenes cedidas por Arahal Información
El trágico final del cantante de los Tajara y su familia se inició de madrugada en el salón de su casa, en el número 17 de la calle Tetuán, posiblemente en una estufa que alguien se dejó encendida la noche del miércoles al jueves y que debió prender con alguna tela o ropa que estuviera cerca. El incendio calcinó todo el salón de la casa y generó una enorme cantidad de humo que se concentró en el interior de la vivienda, que tenía todas sus puertas y ventanas cerradas.
En la habitación del fondo, en la planta baja, dormían tres personas: Rafael de Bal, de 70 años; su esposa, Ana López, de 72; y su nieto pequeño, Rafael Cortés Balbuena, de 11. Los tres murieron asfixiados por el humo. En una habitación del piso superior estaba el nieto mayor, Manolín, que habitualmente no reside en el pueblo pero que esa noche la pasó allí porque al día siguiente la familia iba a celebrar el cumpleaños del abuelo, para el que tenía encargada una tarta.
Manolín es el único superviviente del incendio y se encuentra en estado grave en la UCI del Hospital Virgen de Valme. Se salvó porque estaba en el piso de arriba y el humo apenas entró en su habitación. Posiblemente se despertara en mitad de la noche por algún golpe, quizás el de un mueble de cocina que cayó al suelo con estruendo tras ser pasto de las llamas, y saliera de su cuarto para interesarse por lo que pasaba. Apenas cruzó la puerta del dormitorio inhaló humo y se desmayó. Cayó por las escaleras hacia la planta baja y allí fue encontrado, inconsciente y tirado en el suelo, por un bombero que le pisó la mano cuando trataba de extinguir el fuego y comprobar si había gente dentro de la casa.
Ese bombero es José Luis López Segura, el jefe del parque territorial de Alcalá, a quien le sonó el teléfono móvil a las siete y cuarto de la mañana. La llamada al 112 que hizo un vecino se había registrado a las 7:13. "Yo no estaba de guardia. Me llamaron y me dijeron que había un incendio en la calle Tetuán y que posiblemente había personas atrapadas. Me vestí y salí, llegué muy rápido pero ya había compañeros aquí". Los primeros en llegar fueron los agentes de la Policía Local de Arahal, que intentaron entrar en la casa por la puerta principal. "Era imposible, era justo en la entrada donde estaba la mayor carga térmica del incendio", apunta el bombero, todavía con las manos y la cara tiznadas.
Segundos después llegó la Guardia Civil e intentó entrar por la casa colindante, también sin éxito. Hubo que esperar a que los Bomberos apagaran las llamas del salón para poder acceder. "La ventana de aluminio estaba derretida. Es posible que el fuego llevara ya bastante tiempo en marcha porque todo estaba calcinado y hace falta una temperatura muy elevada para que se rompan los cristales". Cuando entró el aire de la calle, las llamas se avivaron.
Los Bomberos lograron sofocar algo el incendio y entraron en la vivienda a oscuras. "Íbamos a ciegas, sólo con nuestras linternas, y salvando los obstáculos que había por medio. Fue entonces cuando pisé algo blando". Era la mano de Manolín, a quien los Bomberos sacaron al patio y a quien los servicios de emergencias sanitarias del 061 lograron reanimar. Para entonces ya había llegado a la casa Rafael, el hijo del matrimonio, que guió a los agentes por el interior de la vivienda.
"Hay que hacer varios quiebros hasta llegar a la habitación del fondo. Primero se entra y a la derecha está el salón, luego la cocina, hay que salir al patio y después por ahí se entra el dormitorio". En aquel cuarto encontraron los Bomberos los tres cuerpos. Rafael de Bal estaba vestido, con los zapatos puestos y sentado en un tresillo. Ana López estaba tendida en el suelo. El niño Rafael era el único que estaba en la cama y los médicos se pasaron más de una hora intentando reanimarlo, sin éxito. Cuando lo sacaron, su silueta quedó dibujada por el hollín que se había acumulado en la cama, indicio claro de que el fuego podía llevar horas activo dentro de la casa.
Un equipo de la Policía Científica permaneció varias horas más inspeccionando la escena para certificar el origen del siniestro. Todo apunta a que el foco fue una estufa o brasero, hipótesis que habrá que confirmar en los próximos días. Lo que sí ha quedado claro ya es que fue fortuito. El Ayuntamiento de Arahal -cuyo alcalde, Miguel Ángel Márquez, y el delegado de Seguridad, Jonathan Morilla, estuvieron toda la mañana en el lugar de los hechos- ha decretado tres días de luto oficial. Desde el mediodía, las banderas del municipio ondean a media asta.
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