Sevilla toda se funde, en este domingo de la Trinidad, en el pan vivo de Cristo. Hasta siete procesiones eucarísticas se han celebrado durante este pasado domingo en diferentes barrios y feligresías de la ciudad: San Pedro, San Ildefonso, San Nicolás, San Gonzalo, El Cerro del Águila, Heliópolis y Santa Marina y San Julián (organizada por la Hermandad de la Resurrección).
La procesión del Corpus de la Parroquia de San Ildefonso 🎼 Osanna in excelsis 🎺 BM de las Cigarreras pic.twitter.com/7gM9MyMvlZ
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Las más madrugadoras han sido las de San Gonzalo y la Misión, a las diez y diez y cuarto respectivamente, tras la celebración de las pertinentes misas. Durante la hora siguiente se sumaron las restantes, con sus particulares cortejos repletos de representaciones, insignias que son verdaderas obras de arte y devotos arrodillados. Jesús Sacramentado que procesionó tanto bajo palio -como en el caso de San Pedro o San Julián- o en las correspondientes custodias: caso de San Gonzalo (acompañado de la Medalla Milagrosa), San Ildefonso o el Cerro del Águila.
A destacar en la jornada de hoy, el acompañamiento de los niños del Colegio de la Doctrina Cristiana, que han acompañado la procesión en la Misión tras recibir la primera comunión, o el altar dispuesto por las monjas de San Cayetano en la procesión de San Julián, con el protagonismo de la Virgen del Rosario.
🔴 #CorpusSG23 | [11:46] Se adentra Su Divina Majestad en Cristo del Soberano Poder🎺 @BMSantaAna#SanGonzalo pic.twitter.com/whwawcaOzs
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En esa intimidad de la mañana de junio, con la ciudad para sí misma y en una atmósfera familiar y cercana, por las calles ascendía el sabor eucarístico reducido a su expresión más sincera, a su fermentación auténtica y sin aditivos. Procesiones que conservan la unidad de la parroquia y su comunidad en tiempos de desapego y ausencia de identidades; miradas por los ventanucos que se quiebran en la señal de la cruz de los años, el incienso que se evapora como un suspiro de Dios sin forma, las partituras de Dorado o Cebrián en los papeles centelleantes al sol de la ciudad, el arrayán diluido en los asfaltos candentes...
Un domingo de la Trinidad en que la liturgia cobra su especial relevancia. De la Resurrección a Pentecostés. Del todo al Corpus.
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