La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
“El parque de viviendas de Sevilla está muy envejecido”. Lo dicen los expertos y lo apostillan los datos. Casi la mitad de los inmuebles de la ciudad, concretamente el 43,5%, necesita una rehabilitación para subsanar deficiencias de habitabilidad, seguridad y eficiencia energética. Si el porcentaje se traduce a un número real de hogares, la cifra alcanzaría los 113.000. Se trata, según detalla un informe realizado por la compañía inmobiliaria Clikalia, de un desafío mayúsculo porque para renovar casi la mitad de los inmuebles de la ciudad se necesitaría una inversión de 5.100 millones de euros. Actualmente, sólo el 24% de las viviendas de la capital andaluza –63.105– no requiere trabajos de renovación a corto o medio plazo.
El estudio detalla que la media de edad de los inmuebles de la capital hispalense es superior a los 50 años, hecho que “subraya la necesidad de apostar por la rehabilitación como vía prioritaria para incorporar vivienda de calidad al mercado”. En este sentido, los hogares edificados entre las décadas de 1960, 1970 y 1980 pueden presentar riesgos estructurales, eléctricos, de incendios y sanitarios. Entre los más comunes estarían las tuberías de plomo, el amianto en elementos constructivos, la carencia de toma de tierra o las humedades.
“Hay ciudades que tienen el parque más envejecido que otras”, apunta Xandra López Gurruchaga, directora del informe y jefa de asesoría de Clikalia. “Las ciudades grandes, las más antiguas, las que han crecido con mayor rapidez en los últimos años... lo cierto es que sus construcciones no cumplen con los estándares mínimos actuales”, recalca López, quien explica que el estudio se basa en fuentes públicas oficiales. Concretamente, en el censo de viviendas –de municipios de más de 50.000 habitantes– que ya están clasificadas por “deficiente, muy deficiente, bueno o malo”. Con esta información, y teniendo en cuenta el año de construcción, pueden calcular si la vivienda necesitaría una reforma completa o sólo los estándares de eficiencia energética para mejorar el comportamiento del hogar.
A pesar de que el parque urbano está muy envejecido –de hecho, la tasa de rehabilitación nacional es inferior al 0,1% anual–, este proceso se ve frenado por diferentes motivos. “La principal barrera es el acceso a fondos y a financiación”, admite López y hace especial hincapié en que “si la gente tuviera dinero en el bolsillo, estaría encantada con reformar sus casas”. Sin embargo, el limitante “es el presupuesto” en la mayoría de los casos.
La experta sostiene que afrontar el coste que conlleva este tipo de reformas no puede depender exclusivamente de subvenciones y de inversiones por parte de los particulares. La empresa privada interpretaría, por tanto, un rol importante. Teniendo en cuenta el panorama de emergencia habitacional, “el primer problema es el acceso a la vivienda”, sugiere López y recalca que “una vez se consigue”, puede no ser “el hogar de tus sueños y que necesite muchas inversiones, porque no funciona bien la climatización o porque se derrocha un montón de energía, pero por lo menos tienes una casa”.
Lo cierto es España ya está corriendo una carrera a contrarreloj para cumplir con los objetivos marcados desde Bruselas. Según indica la directiva 2024/1275 relativa a eficiencia energética en los edificios, “a más tardar en 2030, todos los edificios nuevos deben ser edificios de cero emisiones, y los edificios existentes deben transformarse en edificios de cero emisiones a más tardar en 2050”. Establecidos los plazos, López valora que “hace falta mucha inversión” si “queremos ponernos al día para toda la nueva normativa europea, de cara a 2030, en la que determinadas etiquetas energéticas de peor comportamiento deben tender a desaparecer”.
La puesta a punto no sólo pasa por viviendas particulares, también por los edificios. Un amplio porcentaje de bloques, la mayoría en barriadas que se levantaron entre los años 60 y 70, necesitan una rehabilitación en cuanto a la accesibilidad. “Muchos edificios en la capital aún carecen de ascensor y lo necesitan”, apunta Mariló García Bernal, presidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Sevilla.
Si la cifra de edificios sin ascensor es considerable, las rehabilitaciones necesarias para mejorar la eficiencia energética son todavía mayores, “porque podemos incluir viviendas hasta el 2000”. A partir de esa fecha, García Bernal considera que la implantación de nuevas normativas ha sido fundamental.
También considera que la principal barrera es el presupuesto: “Para rehabilitar un edificio y que sea energéticamente eficiente hablamos de cientos de miles de euros”. Aunque reconoce que “ha habido ayudas por parte de la Comunidad Económica Europea a través de los fondos Next Generation que han sufragado hasta el 80% de las inversiones”, el desembolso es “enorme” en bloques, de apenas 15 vecinos, ubicados barrios humildes.
En este sentido, García Bernal admite que las inversiones para adaptar los edificios a los objetivos que se pretenden conseguir son tan elevadas que los vecinos “tienen otras prioridades”. Pone como ejemplo una comunidad en el Polígono Norte que no tenga ascensor. En este caso, “primaría su instalación, porque lo ven mucho más necesario que instalar fotovoltaicas en la cubierta del edificio o cambiar la fachada”
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