los invisibles · Francisco Campos Barba

"Si el festival es europeo, yo soy de Pilas pero he trabajado en París y Londres"

  • Fue carnicero, iba para farmacéutico, acabó artista emocional. Como los toreros, con la película por capote, pide una oportunidad en la plaza de su 'pueblo'.

VENDIÓ su coche para hacer la película. Francisco Campos Barba (Sevilla, 1971) estrenó El Rocío es compartir en toda España. Viajó con ella a Chile, Argentina y a Brasil con el Papa. Le abren todas las puertas, hasta las de las cárceles, menos las del Festival de cine Europeo de Sevilla.

-¿Dónde se hace rociero?

-Mi familia es de Pilas, la segunda hermandad más antigua del Rocío. Ocho siglos de tradición. El simpecado se guardaba en la casa de mi abuelo. La carreta lleva el nombre de mi padre, que emigró a Cataluña como funcionario de Correos y fue uno de los creadores de la Hermandad del Rocío de Barcelona.

-¿Usted emigró por el cine?

-Cuando muere mi padre, en 1991, me hago cargo de la carnicería familiar. Hice Farmacia, pero lo dejé en tercero. Me fui a estudiar Cine a Barcelona. Donde mi padre, pero por otros motivos. Trabajé en ochenta cortometrajes. Era Indiana Jones en el Templo del Fuego de Port Aventura.

-La película Rocío de Fernando Ruiz fue premiada en el primer festival de cine de Sevilla y después la prohibieron...

-El estreno de mi película coincidió con su muerte. Le hicieron un homenaje en la Universidad.

-¿Ha roto ese maleficio?

-Al estreno en los cines Al-Andalus de Bormujos fueron tres representantes de la Hermandad Matriz de Almonte. Empecé a sudar. Al final se acercaron y me dieron la enhorabuena. Pensaban que si la película no dañaba la imagen de la romería, sería una más: buena fotografía, el sudor de los almonteños, cámara lenta. En la película no sale ni un almonteño. No hay famoseo, ni el Quema, ni el salto de la Reja.

-¿Qué es lo que hay?

-Lo que me enseñó Philippe Gaulier, maestro de las emociones con el que estuve cuatro años estudiando en París, donde me especialicé en clown y bufón. Todo lo que rodaba y no me emocionaba lo tiraba a la basura.

-¿Quién le da la idea?

-Una pelea entre mis sobrinas María y Rocío por una muñeca. María le dijo a su prima: Rocío, hay que compartir. Y eso es lo que muestro. El Rocío de mi familia, cuando mi madre preparaba filetes empanados y tortillas de patatas. Allí nada es mío o tuyo.

-¿Y empieza el camino?

-Hay un profesor de Universidad, Félix Talego, que todos los años dedica dos clases al Rocío. La película empieza en una de esas clases. Colaboran cinco antropólogos. Yo aparezco para entrelazar las historias. Hablo con los bueyes. Un homenaje a los animales, porque en Triana, con la que hicimos el camino en 2011, se declaró la peste bovina y a los pobres los sacrificaron.

-¿Cuál es su simpecado?

-El logo de la película es el monumento a la tolerancia de Chillida y las manos de un bailaor. La unión de la fe y la fiesta con gente de a pie y un director novel.

-¿Como actor de teatro?

-He trabajado con José Carlos Plaza, con Jodorowski.

-¿Y de cine?

-La próxima, La ignorancia de la sangre, de Gómez Pereira, con Paz Vega, Hugo Silva, Juan Diego Botto y Leonor Watling.

-¿No es profeta en su tierra?

-Eso parece. Yo no hice nada para que la película la seleccionara el Vaticano y los presos de Alcalá-Meco me dijeran que les había regalado 75 minutos de libertad. En Bilbao el periódico Deia la recomendó película de la semana.

-¿Es una película desde la fe?

-Algunos me dicen que si no tengo miedo a hablar de esas cosas. Mi productora se llama Quién dijo miedo. La pusimos en la sala Chicarreros y se quedó gente fuera. El precio de la entrada era un paquete de alimentos para Cáritas. Yo no pude estar porque estaba en Barcelona con Griñán. Le dimos un DVD con la película.

-¿Qué le dicen en el Festival?

-El director, José Luis Cienfuegos, no se pone al teléfono. Si es cine europeo, yo trabajé en Londres y en París. Hay una sección que se llama Panorama Andaluz.

-¿La han premiado?

-Estuvo en la preselección de los Goya, ganó Bardem. Estrenan la película del hijo de Trueba. Soy de Pilas, pero no tengo enchufe. Me dieron en el festival de Mota del Cuervo, en Toledo, el premio de Molinero Universal. El segundo pileño que lo consigue después de Paco Valladares. Fue mi maestro, como lo fueron Concha Velasco o Rafael Álvarez El Brujo.

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