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La tiendas que perdió Sevilla en 2025

Comercio

La invasión turística y la falta de relevo generacional están detrás de la mayoría de los cierres de negocios tradicionales

Desde establecimientos de disfraces a cuchillerías han dicho adiós este año

La calle Francos se viste de faralaes

Eliseo Fermiñán en la trastienda de la Cuchillería Regina. / Rafa del Barrio

El año que a punto está de acabar ha vuelto a colocar el crespón negro en muchos negocios que han formado parte de la historia comercial de Sevilla. La tónica de ejercicios anteriores vuelve a repetirse. Firmas locales que cierran las puertas por falta de relevo generacional y por no poder hacer frente a los nuevos tiempos, marcados por la turistificación del Casco Antiguo. Una nueva era en la que prevalece el empuje de las franquicias y de establecimientos concebidos para los miles de visitantes que recorren las entrañas de la vieja Híspalis.

Uno de los cierres más significativos es el de la tienda Pichardo, emblema de los disfraces y la diversión. El pasado mayo llegaba la noticia. A esta tienda, situada en la Plaza Fernando de Herrera, le quedaban pocos meses de vida. Se pone fin, así, a 73 años de existencia. Los motivos los relataba su actual propietario, Diego Díaz: la ausencia de descendientes que quieran hacerse cargo del negocio y la fuerte competencia de negocios asiáticos y de las grandes cadenas de distribución.

Fue en 1952 cuando Diego Díaz Pichardo, padre del actual dueño, abrió una papelería en la calle José Gestoso. El salto al mundo de los disfraces llegó de la mano de su mujer, Ana María Alarcón Bocanegra, quien introdujo los artículos de fiesta. El volumen de negocio se disparó de tal manera que el negocio requirió de tres locales. En plena actividad ha llegado a contar con un catálogo conformado por mil modelos de disfraces y 200 tipos de pelucas, a los que hay que sumar múltiples accesorios.

La tienda de Pichardo en la Plaza Fernando de Herrera, un referente en el mundo del disfraz. / Juan Carlos Vázquez

Mucho antes que Pichardo, en plena II República, abrió en la calle Alcaicería el gran almacén Cuadro, negocio que, fundado por un marino mercante, estaba especializado en la confección de prendas, de las que se surtían un buen número de clientes alejados de la ciudad. El gran bazar que empezó con la ropa doméstica –pijamas, batas y calzones– para luego desembarcar en el varido mundo de los uniformes. También tuvieron hueco para los trajes de corto. Un establecimiento que dice adiós en un enclave, el de la Alfalfa, donde cada vez son menos los negocios autóctonos que sobreviven ante el avance de una línea hostelera adaptada al horario del turista y que prácticamente deja huérfana de desayunos esta zona del Casco Antiguo.

No muy lejos de allí, en la calle Cerrajería, Calzados Catedral también echaba el cierre el pasado otoño. Una liquidación que seguía a la que se llevó a cabo en 2024 en el negocio matriz, el de la Avenida de la Constitución. Una enseña totalmente local, fundada por Pilar Belinchón Olivares, que creó su propia marca en zapatería infantil mediante el acrónimo PIBE. Muchas generaciones de sevillanos han comprado en sus tiendas el calzado para distintos momentos de la etapa infantil: los zapatos de uso escolar, los de Semana Santa, los de la Feria o los de la primera comunión. Un fin de actividad en una era marcada por la grave crisis de natalidad que sufre España.

La fachada de Calzados Catedral, en la calle Cerrajería. / Juan Carlos Vázquez

Otro cierre que ha ocupado titulares este 2025 es el de la Cuchillería Regina, que empezó su acividad en 1930. No ha podido cumplir el siglo de existencia. El motivo, la jubilación de sus actuales propietarios, Eliseo Fermiñán y Rosalía García. Se trata de un matrimonio procedente de León y con ascendencia gallega. “Mi familia viene del noroeste de Orense, donde son famosos los quincalleiros, nombre que reciben los afiladores, de los que cada vez quedan menos profesionales”, advierte Fermiñán.

Este matrimonio se hizo cargo del negocio en 2014, aunque su vinculación con la ciudad viene de lejos. Además de afilar navajas, cuchillos y demás útiles, se dedican a su venta y a la reparación de paraguas y cazuelas. Otro de los motivos que ha impulsado el cierre de esta emblemática tierra se ha convertido en un clásico de los últimos años: la venta del edificio completo donde se encuentra el local. Un cambio de uso que, en la mayoría de las ocasiones, acaba en fines turísticos.

La Droguería del Arenal (de la que se conserva el letrero), convertida en una tienda de souvenirs. / Juan Carlos Vázquez

El inmenso atractivo que supone para los visitantes el patrimonio monumental de Sevilla tiene un enorme efecto en el comercio situado en la zona más cercana al eje conformado por la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias. Una de las collaciones que más percibe dicho efecto es el Arenal. En este histórico barrio se ha dicho adiós en 2025 a la Droguería El Arenal. De este negocio había referencias en 1890. El jabón verde que vendía era uno sus productos más famosos.

De su larga historia queda como testigo su emblemático letrero, vestigio de una tienda donde compraban los vecinos de un barrio, donde ya viven pocos residentes. La proliferación de turistas fue uno de los motivos que llevó al cierre del establecimiento.

Otra droguería a la que se puso fin fue la de Pérez Galiano en la Plaza del Cristo de Burgos. Echaba el cierre tras 42 años de servicio. Constituía un comercio de cercanía. Ninguno de los hijos de Manuel Pérez y Matilde Antúnez, propietarios del negocio, se ha hecho con las riendas de una tienda convertida en referente en el mundo de la decoración, especialmente por su variada oferta en pinturas. La marcha de los vecinos del barrio dio paso a los hoteles y apartamentos turísticos. Muchos de estos empresarios se convirtieron en clientes de la droguería por la calidad de sus productos y el trato especializado.

La tienda de Repuestos Labor en la calle Marqués de Paradas. / José Ángel García

Y del mundo del diseño al de las dos ruedas. También aquí ha habido despedidas. Todo un clásico, en esta ocasión, Repuestos Labor. Esta firma familiar llegó a tener tres sedes: la principal, en la céntrica Marqués de Paradas; la de la Carretera de Carmona y en el Cerro del Águila. Fundada por Antonio González Romera, cumplió en 2024 un siglo de existencia. El motivo de decir adiós a cien años de servicio en el mundo de las bicis y los ciclomotores, “por jubilación”. La falta de relevo.

Esa carencia de nuevas generaciones que quieran llevar las riendas de negocios de cercanía es lo que motivó el cierre del Mercado de Nervión a comienzos del pasado verano. Un espacio de titularidad privada, situado en la calle Marqués de Pickman, donde operaban por último cuatro puestos. Un tipo de comercio, el de las plazas de abastos, que ha acabado adaptándose para sobrevivir a las nuevas tendencias: empiezan a tener más bares que tiendas.

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