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La renovación de Mendilibar en el Sevilla y las dudas de una historia de amor inesperada

Castro, Mendilibar y Monchi, el día de la presentación, 22 de marzo.

Castro, Mendilibar y Monchi, el día de la presentación, 22 de marzo. / Antonio Pizarro

"En un universo de ambigüedad, este tipo de certeza llega solo una vez y nunca más, sin importar cuántas vidas vivas". La frase, lapidaria, la pronuncia Clint Eastwood dirigiéndose a la dubitativa Meryl Streep en su película Los puentes de Madison. Y esa frase se le quedaría grabada en la mente a la amante indecisa cuando tuvo que volver a la rutina familiar tras desechar montarse en la camioneta que se le apareció de la nada, como un inesperado milagro de la vida.

Al Sevilla le ha pasado algo parecido. Como de la nada, se le apareció el amante ideal. Un fotógrafo viajado y veterano con las cicatrices de la vida en su rostro, franco, sincero, profundo en la sencillez de su fútbol de quilates, más moderno de lo que muchos piensan. José Luis Mendilibar estaba en el paro desde que el Alavés le rescindiera el contrato el 4 de abril de 2022. Casi un año después, Monchi se acordó de él y lo trajo un 21 de marzo de 2023 que ya es historia del Sevilla: desde aquel día eclosionó una inesperada historia de amor, que como todo romance volcánico, espontáneo, auténtico, tiene su trasfondo de dudas. Y las dudas se trasladan al tira y afloja de la oferta económica del club y la contraoferta del técnico y su agente.

La tardanza en la oferta de renovación

¿Por qué no ha renovado ya Mendilibar con el Sevilla? ¿Por qué respondió el vizcaíno que aún "tenía que verlo", que "había una propuesta y nada más"? ¿Por qué no le ofreció la renovación el club después de la eliminación del Manchester United, o cuando ganó en San Mamés asegurando la salvación virtual, o tras clasificarse para la final de la Europa League cargándose a la Juventus nada menos? Lo económico también tenía aquí su peso, porque no es lo mismo el premio de ganar la UEL (unos 15 millones de euros) más el de entrar en la Champions (más de 15 millones de fijo). Y entre duda y duda, la evidencia del flechazo a primera vista: Mendilibar tenía el sueño de ganar un título entrenando en Primera y el Sevilla tenía el sueño de la séptima... Voilà!

Las dudas del amor fugaz que pretende la imposible eternidad están ahí. . Las del entrenador que no ha visto claro que el comité de dirección lo tuviera en mente para el proyecto futuro entre fuertes rumores sobre un preacuedo con Andoni Iraola que el entrenador del Rayo Vallecano desmintió el sábado. Y las del club, que no sabía si el milagro de Mendilibar era fruto de la mano firme y determinada del entrenador o consecuencia de la liberación del vestuario tras la destitución de Jorge Sampaoli, que los traía locos perdidos y el ejemplo de los papelitos en el Camp Nou o ante el Osasuna fueron sólo la punta del iceberg. O si era fruto de ambas cosas...

¿La mano de Mendilibar o la liberación tras Sampaoli?

En Anoeta volvieron a surgir esas dudas, al ser preguntado el técnico de Zaldvívar por la oferta de renovación que hizo pública Pepe Castro en los festejos por la séptima. "No tengo prisa. Cuando llegué firmé dos meses y medio, punto. No quise poner cláusulas para renovar automáticamente. Mis últimos años de entrenador han sido de año en año, y punto. Estamos en conversaciones y yo por lo menos no tengo prisa", dijo tras el último partido de Liga.

Mendilibar sigue el partido ante Jesús Navas, que defendió su continuidad. Mendilibar sigue el partido ante Jesús Navas, que defendió su continuidad.

Mendilibar sigue el partido ante Jesús Navas, que defendió su continuidad. / Juan Herrero / Efe

Monchi acudió a Mendilibar, que llevaba un año sin entrenar, como al experto jefe bombero ante la ruina que amenazaba un edificio completamente incendiado. ¿Pero creía en él como entrenador a largo plazo? De pronto, el Sevilla se liberó con aquel triunfo en Mestalla que llegó tras el de Cádiz. Otro rival directo que se quedaba a la zaga en la lucha por la permanencia, ya agarrada virtualmente. Y ahí sí que se liberó el equipo y la afición se entregó totalmente al Sevilla de Mendilibar, como demostró en el manicomio que se vivió en Nervión ante el Manchester United, una noche memorable en la que cuajó la comunión sevillismo-Mendilibar.

Monchi y su visión ajena a la mayoría

Pero la dirección deportiva del Sevilla nunca ha sido de dejarse llevar por el runrún de la afición. Así fichó, y acertó con Lopetegui, contra la opinión mayoritaria de todo el sevillismo. Y así se equivocó también cuando le dio continuidad en la primavera de 2022, en contra de la opinión, de nuevo, de todo el sevillismo y, ya también, del comité de dirección, que en cambio se salió con la suya apostando por el fallido Sampaoli. El pulso interno del trío que conforman Castro, Monchi y Del Nido Carrasco también tiene su peso en todo esto. Ya saben: "Mal nos iría si todos opináramos lo mismo, pero todos buscamos lo mejor para el Sevilla".  

Y esto también estaba de trasfondo para no ofrecer antes la renovación al técnico, que habría acogido de mejor grado quizá esa muestra anticipada de gratitud o esa demostración de confianza pasase lo que pasase ante la Roma de Mourinho en Budapest.

El vestuario, con el viejo zorro vizcaíno

El asunto es que ahora Mendilibar debe estudiar bien si este amor volcánico, este romance tórrido que ha tenido jocosas expresiones como la subida a hombros en el balcón del Ayuntamiento o la voltereta en el césped del Sánchez-Pizjuán. También otras expresiones muy sinceras y tiernas como la forma en que Jesús Navas defendió al técnico públicamente en el Puskas Arena y lo achuchó como a un abuelo al que se quiere muchísimo, con una confianza que va  más allá de dos meses y medio de sufrimiento compartido. Y cómo se deja achuchar por todos el vizcaíno, porque el vestuario lo tiene clarísimo y lo quiere otro año y los que sean...

Mendilibar tiene la palabra y quizá esté cansado de que se dude de la profundidad y la calidad de su fútbol, como si fuera de otra época cuando es más moderno, según muchos especialistas, que el archimanido paradigma del fútbol de Guardiola, tantas veces imitado. Y quizá pida una contrarréplica del comité de dirección, porque ya lo ha avisado el viejo zorro vizcaíno al hablar del proyecto del Sevilla en la Champions: "El club debe hacer las cosas muy bien para estar ahí". Por favor, hagan las cosas muy bien y no desechen esta certeza tan evidente...

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