Sevilla FC | Pablo Machín en el foco

Nervión tiene la palabra

  • Los dos partidos en casa de esta semana definirán el futuro de Pablo Machín, con el crédito bajo mínimos

  • Marcelino fue destiuido tras una racha superior de 8 de 30 puntos; Míchel, Berizzo y Montella incluso presentaban mejores números

Pablo Machín, serio, en medio del Ramón Sánchez-Pizjuán en el entrenamiento de ayer.

Pablo Machín, serio, en medio del Ramón Sánchez-Pizjuán en el entrenamiento de ayer. / José Ángel García

El banquillo del Sevilla pende de dos partidos, o de uno. Los encuentros ante el Slavia de Praga y la Real Sociedad son decisivos para el futuro de Pablo Machín. La racha de seis puntos de los últimos 30 sería insostenible si no fuera porque la Liga está tan igualada que los teóricos rivales directos le han dado un margen de gracia a Machín. Distinto sería si quien lo hubiese sacado de los puestos de Champions fuera uno de esos rivales teóricos. Y más distinto sería si el soriano no se hubiese ganado en el Sevilla el favor de prensa y público con un primer tramo en el que gustaron tanto su puesta en escena como su discurso. Ahora, con las derrotas, está fallando en estos dos factores.

Cinco derrotas fuera seguidas es un bagaje de otro tiempo. Y a eso se suma que los síntomas en El Alcoraz dibujan un cóctel feo: ansiedad, pérdida de identidad, infortunio, el inescrutable VAR... esos pequeños detalles que hacen que el fiel de la balanza caiga para un lado o para el otro.

A Pablo Machín puede salvarlo su buena imagen, en un amplio sentido de la palabra, del primer tercio de esta Liga en la que la lucha por Europa sigue cerrada y próxima por mucho que el Sevilla, por ejemplo, haya ganado únicamente un solo partido de los últimos diez que ha disputado. En otro tiempo no tan lejano, eso se llevó por delante al entrenador del Sevilla, tanto con José Castro como con José María del Nido.

Por ejemplo, con una racha de ocho puntos de los últimos 30 fue destituido Marcelino en la jornada vigésima primera, al caer en el Ramón Sánchez-Pizjuán ante el Villarreal. Las circunstancias eran otras, porque aquel Sevilla estaba minado desde el inicio por la eliminación ante el Hannover 96 en la previa de la Liga Europa (2-1 y 1-1). Tras haber caído también en la Copa ante el Valencia, fue sustituido por Míchel al inicio de la segunda vuelta, con el Sevilla undécimo (26 puntos). El técnico madrileño duró dos partidos menos que Marcelino en su segunda temporada. Lo relevó Unai Emery tras perder en Mestalla por 2-0 en la jornada decimonovena. Su racha, sin estar en Europa al igual que Marcelino pero aún vivo en la Copa, fue también de ocho puntos sumados en los últimos 30.

Las derrotas a domicilio fueron erosionando a su equipo, pese a que en medio de esa racha se produjo la goleada sobre el Betis (5-1). Dejó el testigo a Emery con el equipo decimosegundo y 22 puntos. En ambos casos, estar en mitad de la tabla y sin jugar competición europea fue determinante para que Del Nido tomara la drástica decisión de la destitución.

Recientemente, el listón de exigencia ha subido en el Sevilla al mismo son que sus presupuestos. Si Del Nido destituyó a Marcelino y Míchel –antes lo había hecho con Jiménez y Álvarez– con rachas tan pobres, Castro hizo lo propio con Berizzo con el equipo no tan abajo en la tabla. Las sensaciones, la presión, tuvieron una influencia muy directa. En el caso del argentino, su contrato fue rescindido en vísperas de Navidad, tras una racha de 13 puntos de los últimos 30. El Sevilla era quinto, con 29 puntos, y estaba en octavos de final de la Champions, tras una sufrida clasificación con empate in extremis ante el Liverpool. La imagen a peor de un equipo que parecía no responder al patrón del técnico, en una divergencia cada vez mayor, y la incidencia de su enfermedad, con interinidad de Ernesto Marcucci por medio, marcaron su fin.

A Montella no le fue mucho mejor pese a que logró dos hitos como fueron las eliminaciones de Atlético, en la Copa, a cuya final llegó tras eliminar también al Leganés, y del Manchester United, en los octavos de la Champions, cayendo en cuartos ante el Bayern Múnich. En la Liga, le hicieron daño las goleadas ante Betis (3-5), Atlético (2-5), en Ipurua (5-1) y en Vigo (4-0). La final de la Copa, aquel sonrojante 0-5, fue la puntilla. Fue destituido tras perder ante el Levante (2-1), con una racha liguera de 9 de 30 puntos. La presión de Betis y Villarreal decidió la llegada de Caparrós.

Machín, ahora, tiene una situación clasificatoria más cómoda que sus antecesores, salvo Berizzo. A diferencia de éste, ha tenido picos muy altos de reconocimiento, por la imagen del equipo, que fue líder dos veces, y por su discurso. Pero al ritmo de las derrotas y los empates ha ido perdiendo el temple ante los micrófonos y, sobre todo, ha desinflado su crédito. Unos le afean que se empecine en la zaga de tres y otros que no adapte su sistema a la plantilla. Pero el debate táctico no es más que un factor más.

La racha es insostenible y esa afición que arde en las redes sociales tendrá la palabra en esta semana decisiva, ante Slavia y Real Sociedad, sobre todo ante la Real. Ahí está el verdadero salvavidas de Pablo Machín, a quien desde el principio le ha costado un mundo adaptar su idea a la plantilla que le pusieron en sus manos Castro y Caparrós. Un factor clave que también pesa en el juicio final...

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