Salir de viaje: Pedaladas por el tacón de la bota

Salento Bici Tour ofrece la posibilidad de conocer el sur de Italia en bicicleta.

1. Una de las subidas de la etapa entre Otranto y Santa María de Leuca, con la costa de Otranto de fondo. 2. Llegada al faro Palacia, donde se disfrutan una de las mejores vistas del mar en Salento. 3. Ciclistas en fila india atraviesan el campo. 4. Los viajeros pasan ante un menhir.
Fernando Pérez Ávila

07 de noviembre 2013 - 01:00

PROPUESTAS

Salento es esa región situada justo en el tacón de la bota que conforma el mapa de Italia. Un lugar tranquilo, en el que la vida transcurre a un ritmo más lento que en el resto de Europa, en el que se saborea con pausa cada momento, cada puesta de sol o cada uno de sus impresionantes paisajes. Cada vaso de vino, cada plato de pasta hecha a mano por sus habitantes y cada espressino, esa variedad local del café con leche que no es ni el pequeñísimo cortado que sirven en toda Italia ni el cremoso capuccino.

No hay mejor manera de conocer aquellas tierras llenas de pueblecitos con encanto y de ciudades tan preciosas como Lecce, a la que se conoce como la Florencia del Sur por la riqueza de sus iglesias y monumentos, que en bicicleta. Pedalear por caminos metidos entre olivares que se pierden hasta más allá de donde alcanza la vista, entre los mares Jónico y Adriático, en busca del centro de peregrinación de Santa María de Leuca, un monasterio que construyeron con la apariencia de un edificio civil para que los turcos no lo destruyeran una y otra vez cuando invadían el sur de Italia.

Esta es la propuesta de Salento Bici Tour, una pequeña empresa fundada hace tres años por unos cuantos jóvenes emprendedores de la zona, que organiza recorridos en bicicleta de varios días por los lugares más atractivos de esta comarca encuadrada dentro de la Apulia. Caminos rurales y carreteras secundarias sin apenas tráfico conforman los itinerarios de este viaje, que en una de sus etapas atraviesa el parque natural de la costa de Otranto y Leuca. Entre ambas poblaciones hay 52 kilómetros de distancia, todos ellos por una carretera paralela al mar.

Pero será éste el segundo día de un viaje que los organizadores han bautizado como Bici y vino. El primero es por los alrededores de Otranto, donde el viajero puede visitar las ruinas de una antigua basílica y conocer cómo se las gastaban los turcos, que pasaron a cuchillo a 800 personas de esta localidad. El papa Benedicto XVI canonizó a los 800 de Otranto no hace mucho. Sus huesos aún se conservan en una capilla de la Catedral, expuestos en tres grandes vitrinas en los que tibias, costillas y calaveras se apiñan como queriendo mostrar la barbarie de la que fueron víctimas aquellos que no quisieron convertirse al Islam en 1480. Todo el recorrido de esta primera jornada está salpicado de monumentos megalíticos.

El segundo día es la etapa reina, la de los 52 kilómetros. Y, ojo, que el terreno exige una cierta preparación física. Sobre todo en el tramo final hay algunas rampas que no envidian a los de los grandes puertos de los Dolomitas. Esto, para un amante del ciclismo, hace el viaje todavía más atractivo. Lo dice la ley de la bicicleta: siempre cuesta arriba y siempre con el viento en contra. Así la llegada al destino final en Leuca, en la punta del tacón, es un premio mayor.

Antes, la expedición ciclista habrá visitado el lago de bauxita, una de los paisajes más impresionantes del viaje. La siguiente parada será el faro Palacia, donde dicen que se juntan los mares Jónico y Adriático. Luego pedales y más pedales hasta Castro, donde se puede hacer un alto en una cala para el avituallamiento y darse un baño antes de seguir el viaje y afrontar los muros que desafían al ciclista antes de la llegada a Leuca. Rampas en las que el plato más pequeño y el piñón más grande se antojan insuficientes, en las que falta el aire, en las que el ciclista se pone de pie sobre los pedales buscando un ritmo algo más ágil de pedaleo, en las que ir haciendo eses por la carretera es un ligero alivio.

Imposible no recordar aquellos Giros de Italia de los años 90, los primeros que se televisaron en España, con aquella etapa en la que Induráin se quedó clavado tras un ataque de Pantani que dejó sin fuelle al campeón navarro, que aquel día reveló por fin su condición de humano. Que no se alarme el lector que las rampas son cortas y se puede bajar de la bici cuando quiera. Es más, Salento Bici Tour dispone de una furgoneta de apoyo para que quien lo esté pasando algo mal pueda completar el camino de la manera más cómoda.

Tras el esfuerzo llega la hora de aprender el idioma local, con un divertido curso básico titulado L'italiano pedalando. La suavidad de la tercera etapa, de sólo 12 kilómetros por los alrededores de Santa María di Leuca, permitirá poner en marcha juegos y actividades para familiarizarse con el italiano. Dar una clase junto a una torre vigía que tiene de particular que está en el centro del pueblo y no en las afueras, por si era necesario refugiar a la población ante una invasión turca. Perderse en un mercado local aprendiendo los nombres de los productos, desde las hortalizas hasta una excelsa variedad de picos llamada taralli, desde la enorme oferta de quesos hasta cualquier tipo de vino, para terminar de nuevo en un monumento megalítico, el de las cien piedras, un lugar sagrado que en su día pudo albergar la tumba del jefe del ejército local.

La última etapa llevará al grupo hasta Gallipoli, una bella ciudad de la costa jónica que en verano se llena de turistas pero que mantiene su vida al margen del turismo durante el resto del año. Otoño es una época magnífica para contemplar unas espectaculares puestas de sol, darse una vuelta por el mercado de pescado o perderse por alguna de sus laberínticas y ruidosas calles.

Serán 19 kilómetros por los alrededores de Gallipoli. En Sannicola se podrá visitar un molino de aceite subterráneo, donde en la Edad Media los hombres pasaban hasta cinco meses sin salir a la superficie. En Tuglie habrá tiempo para ver un coqueto museo de la vida campesina, algo así como una versión reducida del Museo de Artes y Costumbres Populares, pero más divertido porque el visitante puede tocar y jugar con los objetos. El final del camino será un almuerzo en una granja ecológica en la que se produce pasta y en la que se experimenta con la cocina vegetariana.

A media tarde, con ya más de 120 kilómetros en las piernas tras cuatro días de pedaleo, el premio final: una degustación de vino en Nardò, otra pequeña ciudad de Salento. Desde aquí se exportan vinos de las variedades Negroamaro y Primitivo a todos los rincones de Europa, e incluso a América. Otra bella ciudad, Galatina, es el último capítulo de este viaje. Para quienes quieran disfrutar de esta forma alternativa de turismo, Salento Bici Tour organiza rutas de hasta ocho días. En su web (www.salentobicitour.org) se puede contactar con los organizadores.

Desde Sevilla, la mejor manera de llegar a este rincón del sur de Italia es volando al aeropuerto de Bari. Ryanair mantiene dos vuelos a la semana desde el aeropuerto de San Pablo hasta el de la Apulia. Otra opción es volar con Vueling, sin bien con esta compañía es necesario hacer escala en Barcelona. Si se parte desde otra ciudad, se puede volar también al aeropuerto de Brindisi.

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