El Fiscal

La belleza del archivo de don Otto Moeckel

  • El prestigioso cofrade dejó conservados documentos que revelan un estilo de gobierno muy distinto al actual 

Otto Moeckel

Otto Moeckel / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

VIENE un arzobispo y se va otro. La vida fluye, continúa. Evoluciona como una bulla que se forma, se tensiona, se organizan dos corrientes, una en un sentido y otra el otro; hasta que se deshace. La vida es eso que ocurre cuando no hay Semana Santa. Por eso se está haciendo tan larga. El jueves se llenó el Salvador para el funeral por el alma de don Otto Moeckel von Friess, el personaje que siempre te recordaba la obviedad que muchos olvidan y que es la base del pensamiento conservador: la tradición está demostrada que funciona, pero el cambio tiene pendiente su demostración.

Pensaba el jueves en si la gente conoce la verdadera trayectoria de este cofrade, más allá del elogio recurrente. Cómo vivió la aplicación del Concilio Vaticano II, el final del franquismo, la Transición política o los sucesivos pontífices

, todo lo cual desde su hermandad y su barrio. Cómo enfocó un estilo de gobierno de una corporación que hoy, sencillamente, no halla parangón. Porque su apuesta era dar el tiempo, la familia y la hacienda por su cofradía. Y rebuscando en su archivo, lejos ya de cualquier intento de vanidad que nunca tuvo, se encuentra uno con joyas que demuestran no sólo la generosidad del protagonista, sino un estilo que marca un ayer que poco tiene que ver con los tiempos actuales.

Dos mil pesetas por el traslado de los pasos al almacén en 1968 Dos mil pesetas por el traslado de los pasos al almacén en 1968

Dos mil pesetas por el traslado de los pasos al almacén en 1968 / M. G. (Sevilla)

¿Cuánto se cobraba por el traslado de un paso al almacén en el año 1968? Pues ya lo ven en uno de los documentos redactados a mano: 200 pesetas. ¿Y si se alcanzaba un acuerdo con un nuevo capataz de renombre como Rechi? ¿Qué se hacía? Un papel, apretón de manos y no hacía falta absolutamente nada más de momento. “Mientras se confecciona el contrato, este papel para comprometerme a sacar la cofradía del Baratillo en el año 1971”. ¿No me digan que no se merece un óooooooole ese precioso texto? En el archivo de don Otto también hay documentos que revelan acuerdos nada menos que con el padre Ángel Urcelay (1904-1992) para la contratación por 4.000 pesetas de los años setenta de la escolanía en la función de San José, titular de la cofradía del Miércoles Santo.

El compromiso de Rechi para sacar la cofradía en 1971. El compromiso de Rechi para sacar la cofradía en 1971.

El compromiso de Rechi para sacar la cofradía en 1971. / M. G. (Sevilla)

Y hay una declaración cargada de simbolismo, como es el acuerdo para el intercambio de representaciones entre las cofradías del Baratillo y la Carretería, un gesto que cristalizó en un hermanamiento ya acordado a principios del siglo XXI, siendo Joaquín Moeckel el hermano mayor.

El acuerdo con Urcelay para contar con la escolanía por 4.000 pesetas en 1970. El acuerdo con Urcelay para contar con la escolanía por 4.000 pesetas en 1970.

El acuerdo con Urcelay para contar con la escolanía por 4.000 pesetas en 1970. / M. G. (Sevilla)

Textos a mano, acuerdos sin contratos, voluntades comprometidas entre caballeros en una Sevilla sin Cecop, en una Semana Santa sin sofisticaciones. Claro que hemos mejorado muchísimo desde entonces, pero eso no es óbice para valorar el estilo de quienes gobernaron nuestras cofradías hace 30, 40 o 50 años, cuando poco a poco comenzaban a salir de tiempos muy duros, de orfebrerías sin adornos y funcionales, de exornos de flores artificiales, escasos nazarenos y túnicas muy humildes.

El acuerdo para el intercambio de representaciones entre el Baratillo y la Carretería. El acuerdo para el intercambio de representaciones entre el Baratillo y la Carretería.

El acuerdo para el intercambio de representaciones entre el Baratillo y la Carretería. / M. G. (Sevilla)

Hasta hay en el archivo de don Otto una entrevista a un medio de comunicación respondida por escrito con unas respuestas que son para crear escuela. Sí, hemos cambiado muchísimo. No solo hemos conocido a los hermanos costaleros, sino a los costaleros asegurados, con fisioterapeutas y clases sobre nutrición. Los menores van ultraprotegidos, las listas de la cofradías omiten los nombres por la protección de datos, y sabemos dónde está la cruz de guía y los pasos gracias a los geolocalizadores.

Las bandas de música y hasta las propias juntas de gobierno acuden a los juzgados a resolver sus diferencias o a meter en la cárcel a un mayordomo trincón que, por cierto, siempre los hubo, pero los trapos se lavaban en la sacristía.

La evolución es notable, las garantías son mayores y los personalismos se han reducido, entre otras razones porque ya casi no hay grandes personajes. Todo es más uniforme, homogéneo y previsible. Sin necesidad de mitificar el ayer ni de bañar los recuerdos en almíbar, no me negarán que estos documentos no demuestran que todo era más fácil y más natural, ya fuera el acuerdo con un canónigo, un capataz o la hermandad vecina.

Ahora que todo vuelve a cambiar, condicionados por la falta de Semana Santa durante dos años, y expectantes por la llegada de un nuevo prelado, no está de más recordar cómo hacían las cosas nuestros mayores.