Betis-Alavés | La crónica

Parque de atracciones Benito Villamarín

  • El Betis brinda una memorable noche de diversión y goles, lamina a un desarbolado Alavés y asienta su tercera plaza

  • Al descanso ganaba 3-0 con dos tantos de Borja y otro de Canales, y Juanmi abrochó la faena

  • Vídeo resumen del Betis-Alavés

Canales celebra su gol, el segundo del Betis, ante Miranda.

Canales celebra su gol, el segundo del Betis, ante Miranda. / Antonio Pizarro

El beticismo celebró antes, durante y después de la visita del Deportivo Alavés al Benito Villamarín, que Manuel Pellegrini ha convertido en un descomunal parque de atracciones para el disfrute de una afición que se relame con lo que tiene por delante de aquí a mayo. El Alavés, al que trata de dar altura José Luis Mendilibar, dispuso de diez días de descanso para preparar la visita de los babazorros al sur de Sevilla, mientras que el Betis apenas tuvo dos días para la dulce digestión copera y volver a activar el chip de la Liga. Qué más da. El Betis no corre, vuela. Y los vitorianos fueron como Pearl Harbour para el ejército imperial japonés. Hasta cuatro goles cayeron en la jaula de ese buen portero que atiende por Pacheco. Con ese 4-0, los béticos se consolidan terceros en la Liga.

La fiesta que la afición verdiblanca, por culpa de un insensato vara en mano, no pudo celebrar el pasado domingo por apear al vecino y proverbial enemigo de la Copa explotó con dos días de retraso. Y lo hizo bajo los acordes de un fútbol primoroso, agudo, en el que los once jugadores, hasta Claudio Bravo, mimaron la pelota, disfrutaron e hicieron disfrutar. A los béticos, y a la gran mayoría de quienes lo vieron por televisión.

Al descanso ya ganaba el Betis 3-0. En su disertación, tanto en la forma como en el contenido, brilló sobre todos el mariscal, el dorsal 10. Sergio Canales ya ha vuelto a su mejor versión. Y eso hace al Betis temible, casi imparable.

A los once minutos, después de que el Alavés osara plantear un mínimo pulso en un par de andanzas de Luis Rioja por la izquierda, cayó el primer gol. Canales, que se alternó con Fekir para descoser muy pronto el entramado de Mendilibar entre líneas, se juntó con el ilusionista francés para botar una falta lateral desde el costado siniestro. Como había un solo alavesista en la barrera, provocaron un fácil dos contra uno en el saque en corto y Canales sirvió uno de sus caramelos, de plátano concretamente, al corazón del área. Borja Iglesias se adelantó al central Miazga, que empezó su negro recital, y giró el cuello para desviar el balón combado al segundo palo de Pacheco. Cruzado e inalcanzable.

Ese gol tan pronto terminó de soltar las amarras béticas. Guardado estuvo a punto de hacer el segundo al momento en una dejada de Fekir; a los 20 minutos, Canales adelantó en una contra de primeras, con su privilegiada visión de juego, a Borja, Fekir dio continuidad al ataque con un taconazo a Guardado y la plástica acción acabó en un testarazo alto de Juanmi.

Y al filo de la media hora, el segundo gol de una noche que ya rompió en pura diversión. Claudio Bravo, el primer jugador de campo, abrió con templanza y precisión a la banda, donde aguardaba Miranda. Pocos porteros son capaces de prender la llama que prendió con sutileza el chileno. Miranda cedió a su derecha a Guardado y el mexicano vio al momento que Canales arrancaba por el pasillo central sin oposición alguna de los pivotes vitorianos, Toni Moya y el recién llegado Escalante, quienes fueron los espectadores más cercanos y temerosos de la galopada del cántabro. Cuando el 10 se asomó al balcón del área, acomodó su cuerpo para abrir su compás con la zurda y dibujar una envenenada parábola. La pelota se estrelló en la parte baja del larguero y ya botó dentro de la portería. Golazo. Y el Villamarín que crujía ya de gozo.

Tanto se divertía y divertía el equipo, con el Alavés persiguiendo sombras y los rayados en verde y blanco bailando en perfecta sincronía de desmarques, arrancadas, regates, combinaciones, que el central Miazga quiso contribuir a la fiesta con un grosero regalo en el minuto 41. Cometió la terrible imprudencia de ceder la pelota a su portero sin mirar atrás y Borja Iglesias, que lo intuyó, recibió la pelota para encarar al guardameta con todo el tiempo y el espacio para elegir un ángulo y alojar la pelota en la red con suavidad.

Esa inesperada dádiva fue muy bien recibida sobre todo por Manuel Pellegrini, quien pudo aconsejar a sus chicos que levantaran el pie en la reanudación, que midieran los esfuerzos hasta el final del partido porque el Espanyol aguardará el viernes en Cornellá.

Mendilibar, seguramente muy crispado en la caseta, trocó a Jason, Toni Moya y Escalante en ese intermedio por Tachi, Manu García y Tomás Pina. Tuvo que gastar además el cuarto cambio al poco de arrancar la segunda parte por la lesión de Duarte. Y la digna reacción que buscaba el preparador vasco quedó en nada en cuanto su equipo botó un saque de esquina, Bellerín se adelantó en el rechace y el Betis volvió a demostrar que hoy, con permiso del Real Madrid, es el mejor contragolpeador de la Liga. El lateral se la pasó a Fekir, el galo vio la arrancada de Juanmi a su izquierda y lanzó al malagueño justo antes de que éste cruzara el mediocampo. Juan Miguel encaró a Pacheco y lo superó con una sutil cuchara como el que se mete el dedo en la nariz. Era el minuto 54 y de ahí al final, la diversión quedó para la grada. Vaya parque de atracciones que Manuel Pellegrini ha montado en el Villamarín...

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