Antonio Santiago y Javier Prieto, dos capataces con alma de Sevilla
Al frente de hermandades como Los Estudiantes, el Cristo de Burgos y La Resurrección, ambos encarnan la devoción de la Semana Santa sevillana
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Con una tradición que florece en cada gesto y una pasión que se hereda de generación en generación, el emblemático capataz Antonio Santiago y su segundo, Javier Prieto, encarnan el espíritu de una historia viva en la Semana Santa de Sevilla. ¿Cuántos no sueñan con salir en la cuadrilla de los Santiago?. Un legado familiar que se remonta a su padre, Manolo Santiago, y que hoy continúa con su hijo, quien está cogiendo la alternativa.
En una conversación entre estos dos compañeros que está disponible en el primer episodio del podcast de El Palquillo, más que demostrar su complicidad, han dejado ver su amistad, su lealtad y su compromiso, no solo consigo mismos, sino también con todos aquellos que siguen sus pasos. Hablamos, sin duda, de dos figuras que llevan el alma de su tradición en cada palabra y cada acto.
Pregunta.¿Qué sienten cuando llega la la cuaresma?
Respuesta.Javier Prieto: La cuaresma para nosotros es el reencuentro, aunque realmente estamos todo el año embarcados en este mundo que tanto nos apasiona. Pero es cierto que la cuaresma es el decir "volvemos a empezar". Todo se repite, que nunca es igual, pero es el comienzo otra vez del todo.
P.¿Cómo se presentan los preparativos de cara a Semana Santa?
R.Antonio Santiago: Los preparativos son un poco lo que ha dicho Javier: una continuidad. Nosotros estamos todo el año en esto, afortunadamente sacamos muchas cofradías de gloria. La última la sacamos en diciembre, con lo cual la sensación de continuidad es evidente. No existe un corte, pero sí es un momento en el que volvemos a reencontrarnos con mucha gente. Manejamos a muchas personas y no a todos los vemos durante el año, así que es una oportunidad de reencuentro.
Antonio Santiago: "Sigue habiendo muchos aspirantes, pero poca gente se va, con lo cual nos encontramos con que en algunas hermandades hay personas que llevan años esperando para poder sacar un paso"
R.Antonio: Precisamente anoche, en una reunión, comentaba que posiblemente se pierda alguna generación de costaleros. Sigue habiendo muchos aspirantes, pero poca gente se va, con lo cual nos encontramos con que en algunas hermandades hay personas que llevan años esperando. Eso los acerca a la tentación de decir: "Bueno, si no puedo entrar, lo dejo, abandono". Y pienso que eso podría hacer que alguna generación de costaleros se pierda.
R.Sin embargo, si miramos la otra cara de la moneda, hace 40 o 50 años vivíamos todo lo contrario. Faltaban costaleros, las cuadrillas no se completaban y los ensayos eran con poca gente. Afortunadamente, eso ya no ocurre. Esa es la parte positiva, tanto para las hermandades como para los capataces. Antes, los capataces tenían que hacer encaje de bolillos y cuidar mucho a la gente debajo de los pasos. Hoy, en cambio, tenemos tantos costaleros que podemos exigir más y pedir más, para que las cofradías luzcan mejor. Por lo tanto, esto va en favor de las hermandades.
P.¿Creen que ser costalero ahora es una moda?
R.Antonio: Bueno, no podemos meter a todo el mundo en la misma bolsa. Hay muchas variedades, todas las que queramos y más. Está claro que la gente debe entender que ser costalero no es simplemente un paso más dentro de la vida de la hermandad. No es que nazca el niño, lo vistan de nazarenito —incluso en el carrito—, luego de monaguillo, después lleve la naveta, más tarde el cirial y, finalmente, le toque ser costalero. Esto no funciona así.
R.El mundo del costal tiene una vertiente importante. Por supuesto, la devoción es fundamental, pero también hay otra parte clave: la afición. Esto te tiene que gustar. No a todo el mundo le debe atraer meterse debajo de un paso, así como no a todos les gusta llevar un cirial. Por eso, es esencial tener esa faceta de afición. ¿Qué ocurre entonces? Puede pasar que haya gente que se apunte por moda, porque "ahora me toca esto" o porque ven que hay un grupo de jóvenes que quieren meterse debajo del paso. Pero el concepto es distinto.
R.Para ser costalero, por supuesto, es necesaria la devoción a la imagen, pero también es importantísimo que realmente te guste. Tanto es así que cuesta trabajo entrar, como hemos comentado antes, pero, desde luego, irse cuesta aún más. Se va poca gente. ¿Por qué? Porque las vivencias y sensaciones que se experimentan debajo de un paso no se viven en otros lugares de la cofradía. Y esa es una realidad.
Javier Prieto: "Las cofradías cuentan con un número de aspirantes que, en muchos casos, supera al de los propios costaleros"
R.Javier: Se utiliza mucho la palabra "moda", pero yo creo que no podemos hablar de moda porque llevamos muchísimos años con una gran cantidad de aspirantes que quieren sacar cofradías. No considero que sea una moda, sino una auténtica realidad. Las cofradías cuentan con un número de aspirantes que, en muchos casos, supera al de los propios costaleros. Es un movimiento totalmente asentado, sobre todo en Sevilla.
R.Fuera de Sevilla, la situación es más complicada. Depende también de los días, pero creo que esto ya es un fenómeno completamente consolidado. El número de aspirantes no disminuye, e incluso puede incrementarse de un año para otro. Hay mucha gente que quiere salir de costalero en Sevilla y también muchos que desean ser costaleros en su propia hermandad, por devoción.
R.El problema es que no hay suficiente espacio para todos, y de alguna manera tendremos que solucionarlo. Es un tema que hay que abordar. De hecho, soy partidario de que esta reflexión se haga desde el propio mundo de los capataces, de quienes se ponen delante de los pasos. Hay que buscar una salida porque, como bien dice Antonio, hay generaciones que, si esto sigue así, se quedarán sin poder sacar su cofradía.
R.Antonio: Javier ha usado la expresión "ser costalero de Sevilla". Esto implica que hay mucha gente que, sin ser de Sevilla, quiere ser costalero aquí. Hoy en día, los medios de comunicación —me refiero a la posibilidad de moverse geográficamente— son mucho más accesibles que hace 40 años. Por lo tanto, venir desde Granada, Almería, Ciudad Real o Extremadura a Sevilla para ensayar es mucho más factible que en el pasado. Esto facilita y promueve que cada vez más personas quieran ser costaleros en Sevilla y sacar una cofradía aquí, lo que incrementa aún más el número de aspirantes.
P.Y para ustedes que llevan tantos años delante del martillo, ¿Qué cualidades debería de tener un costalero para salir en la Semana Santa y realizar el oficio?
R.Antonio: Bueno, creo que podríamos resumir muchas cualidades, pero si buscamos las principales, diría que no son solo atributos necesarios para ser costalero, sino también valores fundamentales en la vida. Una de ellas, que a mí me parece esencial, es la honradez. Debajo de un paso, como en cualquier ámbito de la vida, ser honrado es fundamental. Primero, con uno mismo y con su propia conciencia. También con los compañeros que van a su lado, con el capataz que lo ha puesto ahí y lo dirige, y, por supuesto, con la hermandad y la imagen que lleva sobre sus hombros.
Antonio Santiago: "Debajo de un paso, como en cualquier ámbito de la vida, ser honrado es fundamental"
R.Antonio: La honradez también implica saber reconocer los propios límites: saber decir "hasta aquí llego", "he dado todo lo que tenía" o, antes de que el paso pueda conmigo, dar un paso atrás. Otra cualidad fundamental, como en la vida misma, es la responsabilidad. Cuando alguien se presenta como costalero, adquiere un compromiso no escrito con el capataz, con la hermandad y con sus compañeros. Eso conlleva una serie de responsabilidades: asistir a los ensayos, cumplir con la cuadrilla y respetar todas las normativas.
R.Actualmente, la mayoría de los costaleros son jóvenes. Si vemos fotografías antiguas, la mayoría eran hombres mayores, curtidos por años de trabajo al aire libre. Antes, muchos empezaban a trabajar con 14 o 15 años en oficios de gran esfuerzo físico y, en poco tiempo, su cuerpo se adaptaba. Ahora, al cumplir la mayoría de edad, muchos jóvenes aún no tienen la preparación física necesaria para meterse debajo de un paso.
R.Por eso, desde la responsabilidad y la honradez, uno debe ser consciente de que hay que prepararse. No hace falta ser Carl Lewis ni correr los 100 metros en 10 segundos, pero sí estar en condiciones para soportar el esfuerzo que requiere llevar un paso.
R.Javier: Estamos trabajando también en un modelo de equipo, y el compañerismo, por ejemplo, creo que debe ser un aspecto fundamental. Hay que tener en cuenta que este no es un trabajo individual, sino colectivo. A veces, existe la actitud de "me meto porque todavía tengo un hueco dentro de la casita de Dios". Pero este no es un momento para el individualismo. Aunque disfrutemos y trabajemos en ello, debemos ser conscientes de que formamos parte de un grupo.
R.Por ejemplo, si la delantera del paso va tocada y la trasera está más fresca, debemos ser solidarios. El capataz, además, debe tener la capacidad de leer al grupo y saber cómo exigirle en cada momento. Por eso, el compañerismo y la solidaridad deben estar siempre presentes en un costalero.
P.Y los capataces, ¿Qué características deben tener para ponerse delante de un paso?
R.Javier: Aquí me viene a la mente una palabra difícil en este mundo: fidelidad. No vivimos en un entorno donde abunde la fidelidad, pero es un valor importante. Antonio te hablará mejor de esas cualidades porque, aunque yo me meto entre los pasos, el capataz es él. Al final, es quien asume la responsabilidad ante la junta de gobierno y el pueblo costalero.
Javier Prieto: "Nuestra labor es hacer nuestro trabajo lo mejor posible para que la familia Santiago cumpla con las cofradías al nivel que estas les exigen"
R.Javier: Nosotros, quienes acompañamos a la familia Santiago, somos amigos que disfrutamos de un privilegio: vivir este mundo desde la barrera, o mejor dicho, desde la tronera del burladero, en primera fila. Somos unos afortunados por ello. Nuestra labor es hacer nuestro trabajo lo mejor posible para que la familia Santiago cumpla con las cofradías al nivel que estas les exigen. Y, al final, buscamos que esa continuidad se mantenga en el tiempo, con un nuevo heredero que siga con la tradición.
R.Antonio: La pregunta principal que todos, incluidas las juntas de gobierno, deberíamos hacernos es: ¿cuál es la función principal de un capataz? No sé si el público que está en las aceras viendo los pasos se lo pregunta a sí mismo: ¿qué hace realmente ese hombre vestido de negro delante del paso?. Algunos podrían responder que su función es llevar el paso desde su iglesia a la Catedral y regresarlo, evitar golpes en la imagen o hacer que el recorrido sea lo más bonito posible. Pero ninguna de esas es la principal.
R.La función principal de un capataz es preservar la salud de los costaleros. Lo mismo que el diputado mayor de gobierno debe velar por el buen desarrollo de la cofradía en la calle, asegurándose de que no se pierda ningún niño o que ningún nazareno se sienta mal, el capataz debe cuidar la integridad física de los costaleros. No hay un valor más importante que la salud de la gente.
R.Lo más preciado que tiene una hermandad no son las varas ni los cirios, son las imágenes. Y esas imágenes quedan bajo la responsabilidad del capataz durante horas. Por eso, garantizar el bienestar de quienes las portan es fundamental. ¿Qué ocurre hoy en día? Que ahora, más que antes—mucho más que antes—todo el mundo opina. Antes había menos personas con conocimientos sobre el tema, pero ahora todos creen saber cómo igualar a los costaleros, a quién meter debajo del paso, cómo deben ser los ensayos o cómo debe andar el paso.
R.Y aquí está el problema: el capataz es el técnico, el que realmente sabe de esto. Para eso lo elige la hermandad. Es el capataz quien debe coordinar y ejecutar su trabajo de la mejor manera posible, siempre que la hermandad lo respalde. Si la hermandad no está conforme, puede cambiar de capataz, pero lo que no puede hacer es decirle cómo hacer su trabajo, porque el experto es él.
R.En cuanto a las cualidades que debe tener un capataz, siempre digo que es para los costaleros lo que un médico es en la enfermedad, un padre en la familia o un capitán en el ejército. Es el referente en el que los costaleros se reflejan y deben verlo como alguien capacitado para dirigir. Por supuesto, debe tener cualidades de mando, organización y disciplina, porque maneja colectivos de 140, 150 o incluso 200 personas.
R.Imagínate un ejército que no confíe en su general. Antes de salir de la trinchera ya estarían dudando: "A ver dónde nos manda este...". Lo mismo ocurre con un capataz. Si los costaleros dudan de su capacidad para sacar el paso o para resolver cualquier problema en el recorrido, algo no está funcionando bien. Esas dudas no deben existir en quienes se meten debajo del paso. La confianza en el capataz y en su equipo es fundamental. Esa unidad y trabajo en equipo de la que hablaba Javier es clave. Si la gente no confía en que el equipo está bien dirigido, entonces tenemos un problema.
P.Javier, ¿Por qué le dio el sí a Antonio a trabajar con él al frente de las cuadrillas?
R.Javier: Hay que remontarse muchos años atrás. Al final, esto es un oficio, un arte, y no es algo que se estudie en la universidad ni que pueda aprenderse en un libro. Por eso, hay que buscar referentes y maestros, aquellos que te enseñan el camino. Afortunadamente, tuve la suerte de conocer tanto a Antonio como a su padre en Huelva, y para mí fueron siempre mis referentes.
R.Durante esos primeros años, me dediqué a preguntar, aprender y observar en muchos ensayos. Con el tiempo, tuve la oportunidad de empezar a sacar cofradías con ellos, algo que considero una gran suerte. Al final, mi referente no solo fue mi referente, sino también, en cierto modo, mi jefe. Y para mí, fue un honor formar parte de su equipo, de esa familia que, más allá del trabajo, se basa en la amistad y la pasión por este mundo. Ser parte de la familia Santiago y compartir con ellos esta pasión por los capataces y costaleros ha sido, sin duda, un privilegio.
P.Antonio, ¿usted qué destacaría de Javier?
R.Antonio: A veces, en algunas hermandades, me preguntan: "¿Por qué no coges a alguien de la hermandad o de la cuadrilla para formarlo y que sea capataz de la hermandad?" Y yo siempre les he dicho que no me importa, estoy dispuesto. Pero para que uno aprenda, tiene que querer aprender. El movimiento se demuestra andando. Les decía a esas personas de esa hipotética hermandad: "Bueno, pero es que aquí no hay nadie que venga ni siquiera a ver un ensayo. No hay nadie que yo vea con interés por aprender, ni siquiera viendo cofradías de gloria."
R.En el caso de Javier, no fue así. Desde el primer momento, Javi mostró interés y preocupación por saber más. Yo creo que es algo fundamental. No me considero maestro, pero cuando uno quiere enseñar, es importante ver el tipo de preguntas que hace la persona que quiere aprender. Según esas preguntas, puedes saber si realmente la persona se fija, está pendiente, tiene interés y va más allá de lo superficial.
Antonio Santiago: "Javier mostró un gran interés por conocer, por aprender y por estar"
R.Antonio: Eso pasó con Javier. Desde el principio, mostró ese interés por aprender y por conocer. No solo lo hizo en su Huelva natal, donde bastaba con ir de su casa a un barrio y ver allí un ensayo, sino que se desplazaba a Sevilla y venía a ver los ensayos los días que podía. En definitiva, mostró un gran interés por conocer, por aprender y por estar.
R.Creo que eso es lo más importante, y por eso está con nosotros. Aparte de ser un buen amigo y una gran persona, con el paso de los años y las circunstancias de la vida, hemos vivido no solo momentos bonitos de la Semana Santa, sino también experiencias personales. Eso, para mí, es amistad.
P.Antonio, ¿qué le enseñó a usted su padre?
R.Antonio: Esta es una pregunta muy difícil. Es complicado, porque yo me acuerdo de mi padre todos los días, todos los días, y ya han pasado 28 años desde que él ya no está con nosotros. La relación que tenía con mi padre no era una relación habitual de hijo y padre. Yo siempre digo que nuestra relación era diferente, porque compartíamos la misma afición. La afición de mi padre, y la mía, era la misma. Nosotros pasábamos muchas horas juntos.
Antonio Santiago: "El amor que mi padre sentía por Sevilla era extremo, y por supuesto, por su Semana Santa"
R.Antonio: Convivíamos mucho, porque estábamos metidos en esta afición de los pasos. Yo participaba con él, y por lo tanto, pasábamos muchas horas juntos.
R.El amor que mi padre sentía por Sevilla era extremo, y por supuesto, por su Semana Santa, por la gente. Pero lo que él más nos inculcaba, sobre todo, era el cariño hacia el costalero. Él decía que el costalero no es un animal de carga, sino una persona humana, con sentimientos y virtudes que hay que saber sacar.
R.Y por supuesto, el costalero también tiene que demostrarle al capataz esa palabra que Javier acaba de mencionar: fidelidad. No es algo banal. Desgraciadamente, esa fidelidad se va perdiendo, esa fidelidad entre el capataz y el costalero, o entre el capataz y sus ayudantes. Eso debe ser real, y si no se cumple, como que romperíamos las reglas del juego entre capataces y costaleros.
R.Eso era fundamental para mi padre, Manuel Santiago: la fidelidad entre el capataz y el costalero. Y el cariño a las hermandades, la entrega absoluta a lo que las hermandades de Sevilla necesitaran, desde la figura del capataz. Eso es lo que yo creo que es fundamental, y es lo que mi padre más me inculcó, aparte de otros valores, por supuesto, como padre, pero sobre todo en el mundo del costal.
P.¿Ve en su hijo un reflejo suyo?
R.Antonio: Pues mira, veo en mi hijo el reflejo de mi padre. Cuando lo veo a él, veo a mi padre. Hombre, con sus matices, evidentemente, porque los caracteres son diferentes. Yo siempre digo que cuando mi padre nació, se rompió el molde, ¿sabes? Hay mucha gente que intenta imitar a Manuel Santiago, pero Manuel Santiago es inimitable. Las comparaciones son, al final, burdas. Y, claro, yo mismo tengo un carácter y una forma de ser distinta a la de mi padre. Es así. No puedo ni quiero imitarlo, porque, como te digo, él era una persona especial y distinta.
R.Entonces, muchas veces, cuando veo a mi hijo mandando los pasos, incluso en los gestos, la postura, la forma en que se mueve, me recuerda a mi padre. Es algo que me emociona. Yo siempre digo que soy ese eslabón en medio entre el iniciador de esta saga, mi padre, y mi hijo. Y, claro, esperemos a ver qué ocurre con los que vienen. Tengo un nieto y otro en camino, así que la saga sigue adelante.
R.Yo siempre he intentado mantener el nivel que marcó mi padre, que ya era muy alto, pero estoy seguro de que ellos lo van a superar. Estoy convencido de que lo harán.
P.Javier, se pregunta siempre por la Virgen de la Esperanza, pero ¿Qué es el Señor de la Sentencia?
Javier Prieto: "El Señor de la Sentencia es el fiel valedor de la Esperanza".
R.Javier: Creo que la misma pregunta, hasta la respuesta, siempre se asocia a la Esperanza, pero el Señor de la Sentencia es precisamente el que ve pasar a todo el mundo para verla a ella, ¿no? Es un acto de generosidad, de amor hacia su madre, de humildad. Yo creo que el Señor de la Sentencia es una de las grandes imágenes más desconocidas de Sevilla, ¿no? Afortunadamente, con el tiempo, y especialmente en la época de Miguel Loreto, pasó de ser el paso del Pilatos al del Señor de la Sentencia. Pero creo que, afortunadamente, con la devoción de muchísimos macarenos, el Señor ha encontrado su lugar. Por supuesto, sin olvidarse nunca de la Virgen, pero creo que el Señor de la Sentencia es el fiel valedor de la Esperanza.
P.El arzobispo de Sevilla mencionaba recienteme en una entrevista con Diario de Sevilla que él considera que no hay tantas salidas extraordinarias como pensamos ¿Qué piensan ustedes?
R.Javier: Se sale mucho a la calle. Yo creo que, como cofrades de a pie, a veces tenemos la sensación de si son muchos o pocos los que salen, pero lo cierto es que este es un tema que está a la orden del día. El número de salidas que ocurrieron en esa cuaresma otoñal o en ese otoño cuaresmal es significativo, y eso será una excepción. La pregunta es: ¿el año que viene tendremos otra cuaresma otoñal o un otoño cuaresmal? Esa es la cuestión.
R.Este año hemos tenido un número importante, y eso está claro. Pero el tema está en cómo se manejará esto a lo largo del tiempo. Porque, evidentemente, la reiteración de aniversarios, como el 25 o el 50 aniversario, va a generar más salidas de lo habitual. Creo que la excepcionalidad de estos eventos dependerá de cómo se gestione esa medida en el futuro.
R.Personalmente, disfruto cuando una cofradía o una imagen está en la calle, pero la pregunta es: ¿será esto lo normal? Si llega a ser lo normal, entonces entenderemos que existen muchas más salidas. Creo que, en definitiva, todo va a depender de cómo se gestione la medida a partir de ahora, para que, el año que viene, sigamos viendo lo que se considera extraordinario como algo normal.
Antonio Santiago: "Tal vez tendríamos que cuidar esas salidas, cómo deben hacerse o qué recorrido deben tener".
R.Antonio: Ahora salen más pasos que antes, eso es una realidad, y posiblemente lo que vaya sucediendo en el futuro también porque, según las normas que actualmente cumple el Palacio, las hermandades van a ir cumpliendo los múltiplos de 25 y seguirán con ello, por lo que esto continuará, salvo que se cambie la norma.
R.Mi padre decía que la gente que no entra en la iglesia aprende a rezar en la calle. Es decir, que las imágenes desempeñan una labor fundamental cuando salen a la calle. Tal vez tendríamos que cuidar esas salidas, cómo deben hacerse o qué recorrido deben tener. Quizás esa parte habría que protegerla, pero desde luego las imágenes, cuando salen a la calle, cumplen una función excepcional. Yo así lo creo, porque soy hombre de fe, y entiendo que es así.
R.Sin embargo, habría que matizar que hoy día se sacan muchas imágenes, muchos via crucis, muchos rosarios, salidas y traslados. Tal vez esas cosas habría que cuidarlas más, pero, en general, creo que las imágenes hacen bien cuando benefician a las personas al salir a la calle.
P.¿Qué legado les gustaría dejar en la historia de la Semana Santa de Sevilla?
R.Javier: Bueno, me sale decir "ninguno" en el sentido de que, para mí, personalmente, que la dinastía de los Santiago se rompa en el tiempo, como diría su creador, ¿no?. Por tanto, personalmente, como Javier Prieto, ninguno, como perteneciente a la familia Santiago, que los años rompan el tiempo y que la familia Santiago perdure.
R.Antonio: Yo pienso que lo ideal sería pasar desapercibido. Pero sí que, de alguna manera, lo que te he dicho antes, ser ese eslabón en medio del iniciador de la saga de los Santiago: mi padre, con mi hijo y mis nietos. Ser ese eslabón de conexión entre ellos e intentar seguir haciendo las cosas lo mejor posible. Pero, lo ideal sería pasar desapercibido.
R.A veces, uno quiere pasar desapercibido y no puede ser. Eso depende también de la gente, de quien te vea, te escuche o te lea. Creo que Javier se refería, al principio de la charla, a que ser costalero es sentirse valiente, sentirse presumido ese día. Es algo muy especial, difícil de definir...
Antonio Santiago: "La gente se fija mucho ahora en qué hace el capataz, qué dice, qué cuenta..."
R.Antonio: Esa forma de ver las cosas es la de intentar pasar desapercibido, porque los protagonistas están arriba de los pasos. Los capataces también deberíamos pasar desapercibidos, aunque a veces no se pueda, por mucho que uno lo intente, porque al fin y al cabo, estás haciendo un trabajo. También la visión de las personas ha cambiado mucho. Hoy día, la Semana Santa ha cambiado, y la gente se fija mucho en qué hace el capataz, qué dice, qué cuenta. Hemos pasado del extremo del capataz que no hablaba nada, o incluso hablaba poco, o incluso Rafael Franco, tan famoso como era, que a veces se sacaba el pañuelo para no tener que hablar, a que ahora el público quiere que el capataz dé un pregón todo el camino, lo cual casi raya lo imposible. Entonces, yo creo que ese pasar desapercibido es algo a lo que hay que tender. Otra cosa es conseguirlo.
P.¿Imaginan una vida lejos del martillo?
R.Antonio: Yo siempre digo, cuando me preguntan esto, que la salud es importante. Lo que te permita mantenerte delante de los pasos. Pero también siempre digo que me gustaría ser como el general Custer, morir con las botas puestas, o como los toreros. El torero, a pesar de que se retire, sigue siendo torero, es maestro del toreo. Pues esto es igual, sentirse uno capataz hasta el final de su vida. Otra cosa es poderlo realizar, porque que la salud te lo permita.
Javier Prieto: "Nunca he planeado tener la suerte de estar con la familia Santiago"
R.Javier: Este mundo es una parte muy importante de mi vida. Mi vida es muy grande, pero sí, es algo que llena mucho mi vida. Siempre me he planteado, o mejor dicho, nunca he tenido ambición. Nunca he planeado tener la suerte de estar con la familia Santiago, de haber sacado las imágenes que he sacado, de haber llegado hasta donde he llegado. Siempre he disfrutado del camino, del día a día, y siempre con el pensamiento de que será la última vez. Creo que es una forma bonita, o el principio, da igual cómo lo quieras llamar. Para mí, esta Semana Santa será mi primera Semana Santa, y también será la última. Y creo que, de esa manera, es la mejor forma de no quedarte con nada pendiente, con nada en el bolsillo. No decir, "bueno, el año que viene tal vez no lo hagas más", porque la vida es así. Vivimos en una vida donde no sabemos realmente dónde nos está esperando la guadaña.
R.Creo que ese siempre ha sido mi espíritu, y espero conservarlo hasta el último día. Siempre pienso que esta será mi última Semana Santa, o la primera. Así que la disfrutaremos.
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