Jazmines en Las Cigarreras: la ofrenda de una devota al Señor Atado a la Columna de Las Cigarreras

Instantánea

El Señor Atado a la Columna recibe culto en la parroquia desde el mes de noviembre junto al resto de titulares / Virginia Cuevas

En tiempos de tanta superficialidad, de debates estridentes y vacuos, de terremotos conceptuales en lo más esencial de la Semana Santa, hay a veces destellos de sinceridad que nos reconcilian con el verdadero sentido de la práctica religiosa. En la inmensidad y, por qué no, soledad del verano, es cuando las devociones mantienen con cierto pulso la vida diaria de nuestras hermandades y cofradías, muchas de ellas en tiempo de descanso o acometiendo otro tipo de proyectos y actividades.

Más allá del río, en el barrio de Los Remedios, los titulares de la hermandad de Las Cigarreras continúan recibiendo culto en la parroquia homónima, una situación temporal derivada de las obras de reurbanización que se están acometiendo en su sede canónica, la capilla de la Fábrica de Tabacos, desde hace unos meses. En el marco de esta situación ya de por sí circunstancial, durante este verano, las imágenes han sido igualmente reubicadas: la Virgen de la Victoria se halla en la cripta y el Cristo de la Púrpura y el Señor Atado a la Columna en la parte superior.

El Señor Atado a la Columna, con los jazmines donados por una feligresa / Virginia Cuevas

Pues bien, en estos últimos días, los hermanos cigarreros se han encontrado con una estampa entrañable y cargada de pureza y sinceridad. La imagen de Francisco Buiza ha aparecido con varios ramilletes de jazmines colocados en las manos, en concreto, en la zona de la soga que le ata precisamente a la columna donde recibe castigo cada Jueves Santo. Según fuentes de la hermandad, se trata de una ofrenda otorgada por una vecina y feligresa de la parroquia, que de esta manera agradece la presencia y atención diaria del Señor, así como la cercanía excepcional que ofrece la disposición actual de las imágenes. Además, no es la primera vez que ocurre en este periodo estival, puesto que los cofrades naturalmente los retiran una vez pasado un tiempo al igual que sucede con otro tipo de ofrendas florales espontáneas en otras cofradías.

Un gesto cargado de dulzura y que remarca el carácter de contacto pero, por supuesto, de respeto, en que se manifiesta la religiosidad popular en nuestra ciudad. La instantánea ha sido compartida por Virginia Cuevas, fotógrafa que, de manera casual, realizó un reportaje al Señor en una visita al templo.

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