Levante - Sevilla | La crónica

Menudo respiro para el Sevilla entre un sinfín de suspiritos

  • El Sevilla saca tres puntos de tremenda trascendencia en su visita al Levante a pesar de tener menos fuerza que una gaseosa abierta

  • Los hombres de Lopetegui sí fueron muy efectivos arriba ante el vicecolista

Tecatito Corona marca con sutileza el segundo gol sevillista.

Tecatito Corona marca con sutileza el segundo gol sevillista. / Manuel Bruque | Efe

Suspiro profundo para el Sevilla con los tres puntos que sumó en su visita al Levante, el vicecolista de la Liga Santander, gracias a los dos goles de Tecatito Corona y a ese cabezazo imperial de Koundé en un saque de esquina. Los sevillistas, a pesar de todos los pesares, dan un buen tirón en la clasificación cuando sólo restan cinco jornadas para que todo esté finiquitado y, de momento, siguen anclados en ese territorio Champions en el que han morado durante casi todo el curso.

Pero tienen motivos todos los seguidores de la fe balompédica nervionense para respirar muy hondo muchas veces incluso cuando ya han transcurrido muchos minutos desde que Díaz de Mera hiciera sonar sus tres pitidos cuando los blancos salían en una contra con el balón dominado sin guardameta en la portería valenciana. Daba igual que los privara de un gol casi seguro, la agonía, por mucho que fuera positiva esta vez, había concluido y los tres puntos viajaban en las valijas de los forasteros después de haber sufrido hasta el infinito.

Un padecimiento, además, difícil de explicar, pues si los sevillistas tienen menos fuerza que una gaseosa abierta en estos momentos, qué se puede decir del Levante por mucho que haya reaccionado en las últimas jornadas e incluso sueñe con salvarse después de haberse visto despeñado al abismo durante la mayor parte del ejercicio. Los azulgranas fueron voluntad, sólo eso, pero sólo tuvieron posibilidades de meterse en la pelea por los propios fallos de los sevillistas, nada más que por eso.

Porque hay que ver la aportación de futbolistas que salieron desde el banquillo con la excepción de algunas acciones de Delaney y los remates de Rafa Mir, que, al menos, sí tuvo el punto de mira acertado y sólo Cárdenas evitó que hiciera el 1-3 antes que Koundé en un cabezazo con toda la intención. No es justo centrar las miras en futbolistas concretos a la hora de una crítica acerba, pero sí es más recomendable hacerlo después de un triunfo que de una derrota. Y lo demostrado por Augustinsson, en apenas 10 minutos, y por Montiel sobre la hierba de Orriols fue un verdadero espanto, sobre todo el sueco.

Es increíble que Lopetegui lo sacara para evitar una expulsión de Acuña o una lesión con sólo cinco minutos, más el alargue, por delante y estuviera a punto de provocar una remontada del adversario cuando el marcador estaba en 1-3. A saber, paradón de Bono a cabezazo a bocajarro de Son por tener el dedo metido en la nariz en un centro lateral; llegar tarde a la cobertura, pero tarde, tarde, para que Soldado pudiera rematar absolutamente a placer el 2-3 en el pase de Morales; y, por último, cargarle las pistolas a Díaz de Mera para que éste pudiera dudar sobre la posibilidad de otro penalti. Afortunadamente, para el Sevilla y para Augustinsson, tres ya hubieran sido demasiados y el hombre ni siquiera se lo planteó, pero no se pueden hacer peores cosas en sólo diez minutos en el campo siendo un defensa que presuntamente está especializado en eso, en proteger a su guardameta. Bono dirá que con semejantes barreras por delante es mejor incluso jugar sin ellas.

Eso, de cualquier forma, pertenece al epílogo, al momento en el que el Sevilla llegó a sufrir por su evidente carencia de fuerzas, sobre todo por parte de un Rakitic que no puede hacer de Fernando de ninguna de las maneras. En el prólogo de todo sí se pudo ver a un equipo completamente diferente y con las ideas mucho más claras, más alejadas del tocar por tocar que suele ser habitual.

Lopetegui, en su estudio del Levante, vio fácil que la presión que ejercen Morales y compañía a las defensas rivales requiere de muchos peones y por detrás se queda un verdadero latifundio entre los zagueros y los que han ido a ese intento de robo que ordena el joven técnico italiano. ¿Solución? Balones arriba para que los peleara En-Nesyri o Ocampos si iba hacia la banda y ganar las segundas jugadas siempre con Papu Gómez, Joan Jordán y Rakitic.

En los cinco primeros minutos ya había mandado cuatro veces en largo el Sevilla, incluida una de ellas a través de un saque directo de Bono. La idea era positiva para los intereses de los forasteros, que se plantaban con opciones muchas veces ante la impotencia de un solitario Radoja. Así se adelantó el cuadro blanquirrojo en un robo de En-Nesyri con apertura hacia Ocampos y remate final de Tecatito Corona.

Ni siquiera el absurdo penalti de Diego Carlos, en el que habría que estudiar muy bien la posición de los que salen del fuera de juego en la jugada inicial, sacó al Sevilla del raíl de esa idea de fútbol. No tardaría en volver a ponerse por delante e incluso debió sentenciar a través de Koundé en un remate en un pase atrás de Acuña.

No lo hizo y el arranque del segundo periodo no pudo provocar más inquietud entre los sevillistas. Rakitic se había quedado sin fuerzas e incluso protagonizaba algún despeje digno de los tiempos de ver partidos en la Segunda Regional. Lopetegui decidió quitar a Joan Jordán por la amenaza de la tarjeta inicial y Delaney sí le dio más brío a la recuperación de la pelota, pero el danés jamás guarda la posición y va arriba sin cesar, lo que deja desprotegida otras zonas.

Eso sí, a pesar del penalti desperdiciado por Morales para igualar a dos, el Sevilla estaba más cerca de la sentencia y después de dos buenas paradas de Cárdenas a sendos testarazos de Ocampos y Rafa Mir a la tercera llegó la vencida. Koundé se anticipó y remató de forma imperial. Ocho minutos más el alargue restaban para que el Sevilla hiciera buena esa ventaja de 1-3, pero es imposible. Salió Augustinsson, ya pudo recortar Son y lo hizo Morales después de que los blancos fallaran un gol clarísimo en una acción de tres delanteros contra un defensa. Incluso un despeje de Bono rebotó en un rival y no entró de verdadero milagro para el empate.

Bueno, dos a tres en el acta de ese Díaz de Mera que medía de forma tan diferente a unos y otros, el Sevilla aumenta su colchón a sólo cinco jornadas del final y sólo resta sacar fuerzas de donde no las hay para certificar la tercera clasificación consecutiva para la Liga de Campeones. Eso sí, después de respirar hondo tras los tremendos suspiritos del final, pero para un resultadista sólo vale lo que aparece en todas las clasificaciones y basta mirar una para comprobar que el equipo de Lopetegui tiene 63 puntos, ni uno más ni uno menos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios