¿Y qué interés puede tener después del bochorno que les dedicaron al sevillismo los máximos accionistas y que aún resuena en bares y tertulias un partido ante el Astorga? Diego Alonso no anda en su mejor momento como para transmitir confianza y ojo porque en el frío leonés puede aparecer la desgana, el esconderse en la enésima situación difícil, desagradable, poco dada al lucimiento...

El Sevilla, con la resaca aún de las barbaridades que se escucharon en el hotel Meliá Lebreros, se juega las papas en la Copa cuando todo el mundo echa el culo para atrás. Es la competición de Diego Alonso, que diría alguno con guasa, pero cuidado que las carga el diablo. El rival no es de Regional como el Quintanar y se ha cargado a un Segunda División –es decir, fútbol profesional– como el Andorra de Gerard Piqué, por lo que no hay que apostar mucho a que sus jugadores saldrán con más ganas que los que defiendan la camiseta del Sevilla.

La previa

Queman las papas más que nunca en el vestuario nervionense y, curiosamente, la enfermería se llena en época de vacas flacas. Esa injusticia con el buen fútbol que ve el entrenador uruguayo debe dar, forzosamente, una tregua en el día de hoy en el Reino de León, donde el trámite no puede bajo ningún concepto ser más que eso, pues el simple hecho de pasar apuros en el marcador podría ser motivo más que suficiente para que ardiera Troya de nuevo en los despachos.

Y el fútbol es fútbol en todos sitios, con frío y con calor. Un rebote en un córner, un despiste en una marca, una indecisión, un despeje orientado del rival que bota mal en las inmediaciones del área propia... pueden dar lugar a la tragedia en la casa del equipo que en peor dinámica se encuentra en España.

Porque si hay algún equipo ahora mismo que pueda ir a peor, que pueda sufrir una de esas sorpresas que tanto fomenta este formato de Copa ideado por Luis Rubiales, ése es el Sevilla de Diego Alonso.

Al menos en la superficie del campo no tendrá la hostilidad del césped artificial, pero los rigores del ya incipiente invierno son mucho más visibles en la Maragatería, comarca fría y austera en la que el Sevilla puede dar perfectamente con sus huesos en la lona.

Si la lógica se impone no ha de ser así, pues aunque media plantilla de profesionales se queda en Sevilla con problemas físicos, queda la otra media y la ayuda de algún que otro jugador de un filial que es líder de la categoría que está por encima de donde juegan los astorganos, que, eso sí, estarán motivadísimos por enfrentarse a un equipo de la categoría, la historia y los títulos del Sevilla.

Huelga decir que Diego Alonso se la juega, aunque nadie quiere pensar en catástrofe. Porque se la juega también el próximo sábado ante el Mallorca y no digamos el miércoles en Francia frente al Lens en la despedida de la Champions hasta quién sabe cuándo. Y ahí la sociedad sí que se encomienda a los profesionales que se vistan de corto porque el presupuesto es tremendamente ambicioso en el apartado de ingresos por competición y no jugar la Europa League supondría que saltara por los aires de un plumazo.

Nyland; Jesús Navas, Badé, Nianzou, Marcao; Fernando, Soumaré; Suso, Lamela, Acuña; y Mariano puede ser perfectamente una alineación del Sevilla en un partido de Liga y los once son baja para este encuentro copero, que se vivirá en medio de un gran ambiente, como demuestra que se han vendido todas las entradas disponibles para el estadio de La Eragudina, con capacidad para 2.500 espectadores.

Con dos nuevos canteranos como Oso y Xavi Sintes, que se unen a Darío Benavides y Manu Bueno en la convocatoria, el Sevilla va a que no pase nada en Astorga, y que no pase nada es que alcance la siguiente ronda el equipo de Primera División, que además para eso tiene el cuarto mayor presupuesto de la categoría.

No hay que temer nada, por tanto. Pero en la situación en la que está el Sevilla, cualquiera sabe lo que puede pasar.