Rayo-Sevilla | Informe técnico

La confianza del Sevilla de Quique radica hoy arriba

El joven del filial David Hormigo, que aprovechó sus minutos en la segunda parte.

El joven del filial David Hormigo, que aprovechó sus minutos en la segunda parte. / Europa Press

Fundamental, vital, providencial. Todo eso y más fue la victoria del Sevilla en la caja de cerillas de Vallecas, siempre incómoda. Quique Sánchez-Flores va descubriendo cosas buenas: que Nyland es mucho mejor que Dmitrovic ahora mismo, que en el repliegue, mejor defender con tres centrales para responder con cantidad a la falta de calidad, y sobre todo, que la sociedad entre En-Nesyri e Isaac Romero promete peligro y quizás goles. Y en el Ramón Sánchez-Pizjuán deben erigirse en un dúo clave para generar peligro y goles. En la segunda parte, el equipo fue respirando de forma progresiva. Le sentaron algo mejor los cambios que a un Rayo que apretó más en el inicio de la segunda parte que al final.

Defensa

Cuando tocaba defender, Acuña se cerraba como tercer central en el perfil izquierdo e invitaba a Lucas Ocampos a guarecer la banda siniestra. En ataque, el primero se abría a su querencia natural y el segundo trataba de dar salida por ese flanco.

No obstante, la sensación de peligro flotó en el área de Nyland cada vez que el Rayo ganaba el balón dividido o la segunda jugada en el centro del campo. La zaga sevillista colgaba en largo, la rayista despejaba y ahí los Sow, Soumaré y Agoumé pocas veces se impusieron, y los madrileños, una vez ganado el cuero en la medular, se proyectaban con celeridad por fuera con Álvaro García por la izquierda e Isi por la derecha. Estaban los rayistas más vivos, más atentos en la distancia corta.

A Agoumé, como a Soumaré, le costó anclarse por delante de la zaga, con su ritmo diésel fue superado a veces por la intensidad del Rayo y eso generó dudas en los centrales, que dudaban si salir de su zona o no. La entrada de Hormigo por un cansado Acuña y de Óliver por Sow le sentó bien a un equipo que sufrió demasiado en el inicio de la segunda parte. La acumulación de piezas ofensivas del Rayo le sentó peor a los madrileños, que perdieron capacidad de desequilibrio desde atrás. Ahí crecieron Marcao y Badé.

Ataque

La lucha sin respiro de Isaac Romero con los centrales fue más efectiva con En-Nesyri de socio. No es lo mismo tener dos referentes que uno para incordiar y ensuciar los ataques del Rayo Vallecano desde atrás y al mismo tiempo, estar atentos a lo balones sueltos, como en el caso del marroquí con ese rebote de Aridane en el 0-1.

Ocampos estuvo incómodo en la izquierda y curiosamente tuvo que aparecer puntualmente por la derecha, en el gran saque de Nyland, para prolongar de cabeza y que Isaac, con su control orientado, asistiera a En-Nesyri.

Virtudes

Ese nuevo dúo de vanguardia mezclaron bien, cada uno con sus virtudes.

Talón de Aquiles

El equipo sigue sintiéndose frágil. La confianza radica arriba y la clave será que se extienda atrás con goles y resultados positivos.

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