Trabajar a más de 50 grados a pie de pista en el aeropuerto de Sevilla: "El asfalto arde"
Los operarios de las empresas de 'handling' se enfrentan a temperaturas extremas cada verano
En plena ola de calor, denuncian que su labor sigue sin el reconocimiento ni las condiciones que merecen
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Camiseta empapada, asfalto ardiendo y un chaleco reflectante que no transpira. A temperaturas de hasta 54 grados en la zona más próxima a los motores del avión, José (pero podría ser Manuel, Antonio o Fernando, porque prefieren no identificarse), carga maletas en la pista del aeropuerto de Sevilla. Su descanso estipulado entre vuelos: unos diez minutos en la oficina, si hay suerte. “Todo depende del tráfico en el momento”.
Entre aviones que no paran por la subida del mercurio, y en un horario ininterrumpido desde las 4:30 horas a las 2:00, los operarios de rampa del aeródromo sevillano lidian con temperaturas extremas sin sombra, sin plus de peligrosidad, y sin apenas descansos. “Si no hay espacio de tiempo entre un avión y otro, no hay tiempos obligados a cumplir”. Son declaraciones de quienes cargan y descargan los vuelos que aterrizan o despegan cada día. Y apenas se les ve. En plena ola de calor, denuncian que su labor sigue sin el reconocimiento ni las condiciones que merecen.
“No somos maleteros, hacemos mucho más. Cargamos y descargamos aviones, transportamos pasajeros y remolcamos aeronaves. Y lo hacemos bajo temperaturas que pueden llegar a los 54 grados sobre el asfalto, sin apenas descanso”. Así resume su jornada un operario de rampa con más de dos décadas de experiencia en el aeropuerto de Sevilla. Su testimonio revela una realidad laboral tan exigente como invisible: largas horas bajo el sol, temperaturas extremas, esfuerzo físico constante y escasos descansos.
“Una escala dura unos 45 minutos. En ese tiempo estás una parte dentro de la bodega del avión, que al principio está fresca, pero en un minuto se convierte en un horno, y el resto, en la calle a pleno sol”, relata. “Lo único que tenemos en la operativa es agua. Las empresas están obligadas a proporcionarnos agua, pero el calor se pasa igual”, añade.
A menudo, tienen que agacharse en espacios reducidos, cargando maletas pesadas como si de un “tetris” se tratara. “En un sólo turno puedo mover 25.000 kilos de equipaje”, afirma. Una labor que, según apunta, realizan “sin contar con un plus de penosidad o peligrosidad”, a pesar de manipular también mercancías peligrosas en vuelos de carga.
Una labor esencial sin reconocimiento
Y todo, sin tener en cuenta alertas meteorológicas por temperaturas extremas como las que se han encadenado está semana en buena parte de la provincia. “El tráfico aéreo no es mayor o menor en función del tramo horario. No se ajusta a que haga más o menos calor”, afirman los trabajadores. Y es que, la diferencia con otros sectores es que en el tráfico aéreo no hay pausas por calor alarmante. “El tráfico no se detiene por la temperatura. Aquí los aviones no esperan”, explica. Aunque la ley prevé descansos y pausas de hidratación, en la práctica, “todo depende del volumen de tráfico”. “Puedes estar tres horas sin parar”, apunta. Aún así, sigue siendo mejor que ayer. “Antes no se respetaban las pausas de hidratación y había empresas que se negaban a facilitar pantalones cortos”, sostienen.
Los trabajadores aseguran que las temperaturas en pista superan los 50 grados con facilidad. “El hormigón arde, los vehículos son hornos de chapa, y las turbinas del avión te lanzan aire caliente. Hay días que no puedes ni comer del calor que has pasado”, aseguran. La única causa de obligada detención del trabajo, por motivos obvios, es la amenaza de tormenta eléctrica.
Desde la sección sindical de CCOO en Aena explican que las empresas que operan en el aeropuerto de Sevilla están “muy sensibilizadas con esta cuestión”, debido a que “se alcanzan temperaturas muy altas, cercanas a los 50 grados cuando te acercas a los motores del avión”. Reconocen que la mayoría de los trabajadores manifiestan su malestar principalmente por la “falta de hidratación, de momentos de sombra y de tiempo real de refresco” en medio de la operativa.
El sindicato explica que cada verano, cuando se acerca la temporada de calor, las empresas proponen al comité de prevención una serie de medidas, que posteriormente se negocian y adaptan. “Las medidas se repiten todos los años, y los golpes de calor no son habituales, sobre todo por la vigilancia activa de los compañeros implicados en la defensa de la seguridad y salud de los trabajadores”, apuntan.
Entre las acciones preventivas se encuentra el suministro de ropa adecuada —considerada EPI de verano— y la planificación de pausas para hidratación y descanso a la sombra. Sin embargo, desde CCOO advierten de que, aunque “la empresa propone, la operativa obliga”. Es decir, que el ritmo de trabajo en pista y la presión por cumplir los tiempos marcan los límites de la aplicación real de las medidas.
“Siempre estamos pendientes de que los mandos intermedios tengan al personal hidratado y con un tiempo de sombra, que es lo perceptible”, indican. Sin embargo, reconocen que “las medidas nunca son suficientes” y que cada año se proponen mejoras.
Otra de las dificultades tiene que ver con la rotación de personal, que permitiría minimizar la exposición al calor. “El número de trabajadores en cada operativa es una medida preventiva, pero las rotaciones sólo son posibles si hay personal suficiente, y esto no se cumple siempre”, denuncian.
En cuanto a las infraestructuras del aeropuerto, CCOO subraya que “no hay zonas específicas de sombra ni fuentes de agua repartidas por la zona donde se realiza la actividad”. Por ello, muchas de las medidas implementadas dependen más de la obligación legal de las empresas y la presión sindical que de una infraestructura adecuada.
Además, el diálogo y cumplimiento de las medidas puede variar dependiendo de la empresa adjudicataria. “Hay empresas más receptivas y otras que van a lo básico. Ante riesgos evidentes para la salud, los representantes laborales no dudamos en recordar tanto a la empresa como a los trabajadores la importancia de hidratarse, protegerse con gorras y ropa adecuada y respetar los tiempos de descanso”, destacan.
Para CCOO, es la presión constante desde la representación sindical lo que sostiene gran parte de la protección real de los operarios. “Queda mucho camino por recorrer. Hay medidas que podrían adoptarse para minimizar el estrés térmico, pero al ser muy costosas, sólo con la presión sindical y, en muchos casos, con resoluciones de Inspección de Trabajo, podemos avanzar”.
“El golpe de calor es prevenible”
Por otro lado, desde el punto sanitario indican que trabajar en estas condiciones supone hacer frente a situaciones extremas que, según explica la doctora Auxiliadora Caballero, coordinadora del Servicio de Urgencias del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, “pueden ser mortales”. Es el caso del golpe de calor, que, no obstante, pese a sus consecuencias fatales si no se detecta y trata a tiempo, puede ser “prevenible”. Incluye malestar, agotamiento, sudoración y calambres y la temperatura corporal puede elevarse hasta niveles peligrosos, generando incluso fallo multiorgánico si no se actúa a tiempo.
La especialista explica que este trastorno se produce por un fallo agudo del sistema de termorregulación corporal ante una sobrecarga térmica, lo que provoca un aumento sostenido de la temperatura del cuerpo por encima de los 40 grados, con riesgo de fallo multiorgánico.
Los primeros síntomas pueden ser difíciles de identificar si no se presta atención: malestar general, cansancio extremo (astenia), calambres musculares o sudoración excesiva. A medida que avanza la exposición sin descanso ni hidratación suficiente, pueden aparecer mareos, desorientación, pérdida de conciencia y fiebre alta, lo que indica la necesidad de atención médica urgente.
“El golpe de calor se puede prevenir, pero es fundamental que la persona afectada se retire del sol, se hidrate adecuadamente y se mantenga en un entorno fresco”, insiste Caballero García. En los casos más graves, cuando hay pérdida de conciencia o una temperatura corporal muy elevada, es necesario iniciar cuanto antes un proceso de enfriamiento corporal activo y llamar a emergencias.
Según el protocolo andaluz de vigilancia frente a temperaturas excesivas, los grupos de mayor riesgo son los niños menores de 4 años, las personas mayores de 70 y quienes padecen enfermedades crónicas. No obstante, también se consideran altamente vulnerables los trabajadores que realizan tareas físicas en exteriores, especialmente si no están aclimatados o si no cuentan con medidas de prevención adecuadas.
El agotamiento por calor puede tener consecuencias sobre la salud a medio y largo plazo. Se da cuando el cuerpo pierde agua y sales minerales en exceso, y suele presentarse en entornos de alta humedad o tras una actividad física prolongada en ambientes muy cálidos. “La exposición prolongada a temperaturas extremas, especialmente si se realiza esfuerzo físico, como en el caso de estos trabajadores, incrementa el riesgo”, avisa la doctora, que recomienda hidratarse constantemente, evitar las horas de máxima exposición y reconocer las señales de alarma.
Ante esta situación y pese a la responsabilidad que conlleva el trabajo a pie de pista a cerca de 50 grados, y teniendo en cuenta periodos marcados por temperaturas extremas como las actuales, los operarios de rampa en el aeropuerto denuncian la falta de reconocimiento institucional. “No se nos considera esenciales, pero si fallamos, el sistema se para”, dicen con resignación los entrevistados, quienes apunta que, más allá del calor, el sector también se enfrenta a condiciones de precariedad laboral. “Trabajamos con contratos parciales, turnos partidos, falta de rotación, y sueldos más bajos para personal eventual que realiza exactamente el mismo trabajo”, afirma.
Con todo, los trabajadores insisten en que algunas cosas han mejorado con los años. “Hay más conciencia sobre la hidratación, uso de pantalones cortos, o fuentes de agua instaladas por las compañías”, afirma. Pero aún queda mucho camino. “No tenemos zonas de sombra, ni protocolos de actuación claros en olas de calor, ni supervisión real por parte de Aena sobre las empresas que incumplen”, denuncia.
El colectivo en su conjunto reclama mejoras laborales estructurales. “El calor lo sobrellevamos, pero no deberíamos jugarnos la salud cada vez que cargamos un avión”, concluyen.
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