Sevilla FC - Deportivo Alavés

El Papu Gómez rubrica una Liga de récord (1-0)

  • Un gol del argentino en el descuento da la victoria y la plusmarca de 77 puntos, 15 más que el quinto

  • Un equipo de suplentes salió con el botón en ‘off’ y, en un mal partido, la emoción estuvo en el adiós del Mudo Vázquez, Vaclík o Escudero

  • Así hemos contado el partido

El Papu Gómez celebra su gol, último de esta Liga, con sus compañeros.

El Papu Gómez celebra su gol, último de esta Liga, con sus compañeros. / Antonio Pizarro

La Liga 2020-21 echaba el telón con un deslucido empate a cero, en un partido tedioso, de jugadores con la mente embotada y las piernas de plomo, locos por agarrar los billetes de avión, pero en el menudo cuerpo del Papu Gómez aún se guardaba el último gol del campeonato, que cayó en el minuto 93 para darle al Sevilla la victoria y con ella el récord de 77 puntos. Controló el argentino con la izquierda tras una briosa arrancada de Óliver desde la derecha, recortó a Lucas Vázquez, se la acomodó para su pierna mejor, la derecha, y soltó un latigazo con el empeine exterior cuyo efecto, de dentro hacia fuera, sorprendió a Pacheco, que unos minutos antes había tenido que relevar al lesionado Silvera en la portería.

Salió frío el guardameta que suele ser titular en Alavés. Frío en un partido gélido, con el Sevilla en off, que concentró la emoción más en las despedidas que en el juego. Cuando el Mudo salió del campo en el minuto 56, resonó la ovación de los sevillistas presentes en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Cuando se marchó Escudero, allá que se fue para él Jesús Navas para abrazarlo en la grada. Y cuando el partido acabó, con Lopetegui invitando a todos a saltar a la hierba, el grupo agasajó a Vaclík, pieza importante en el Sevilla del último trienio, sobre todo en los dos primeros años.

El portero checo se despidió, además, con una acción acorde con su trayectoria como sevillista. Gudelj falló en un despeje ante Joselu, que se plantó ante el guardameta. Vaclík adivinó la intención del delantero y sacó el pie con toda la intención para desviar el balón y evitar el gol y, casi seguro, la derrota, pues corría ya el minuto 90. Poco después, el Papu dio aún más trascendencia a esa intervención con su golazo.

El Sevilla acaba con 77 puntos. 77 puntazos. Quién sabe si esta máquina de competir hubiera frisado la barrera de los 80 puntos y le hubiera discutido hasta el final el título al Atlético con un descanso normal, lógico, y no las dos semanas entre la gesta de Colonia y el inicio de la campaña que ya acabó. Zumbará esta pregunta sin respuesta en la cabeza de Monchi, que ya asume el reto de subir el escalón definitivo la próxima temporada.

El gol del Papu edulcoró un partido sin sabor alguno. Indigno de tamaña Liga. Julen Lopetegui puso a un lado de la balanza el merecidísimo descanso para los pretorianos que forjaron el cuarto puesto por segundo año consecutivo, y al otro lado, la posibilidad de batir el récord de puntos del Sevilla desde que una victoria dan tres puntos. Y le pesó muchísimo más lo primero, vaya que sí. Compuso un once muy circunstancial, de partido de consolación en torneo estival. Un once que ni en sueños se hubiera acercado a incomodar a los tres de arriba de la forma que lo ha hecho este admirable Sevilla.

Fue un once pensando más en el pasado, en esa estajanovista temporada que cruzó la plantilla sin apenas respiro tras coronarse en Colonia, y también pensando en el futuro: en mostrar las limitaciones del banquillo cara a la próxima temporada y en que los Vaclík, Franco Vázquez y alguno que otro más se despidiera sobre la hierba del club en el que han sido felices. Y campeones.

Y de tanto enfocar al pasado y al futuro, los protagonistas se emplearon con una frialdad pasmosa en el presente. En el intrascendente partido ante un Deportivo Alavés también en plena descompresión después de haber amarrado la salvación la pasada jornada ante el Granada.

Total, que el partido que bajaba el telón no fue ni de lejos acorde con la fantástica función que los sevillistas brindaron a los suyos. Unas gotitas de fútbol destiló una primera parte para el olvido. Aleix Vidal y Escudero acusaron su falta de actividad reciente y se las vieron y desearon para sujetar a Édgar, el tarraconense, y a Pellistri el vallisoletano.

La falta de ritmo que evidenciaron los laterales fue la que mostró el Sevilla en sí. Un juego parsimonioso. Toda una penitencia para cualquier aficionado fueron esos 45 minutos iniciales, que el portero babazorro Silvera vivió también entre bostezos. Una vez tuvo que salir por alto a un balón que buscó En-Nesyri. La otra, en una precisa parábola de Escudero desde la izquierda, para burlar la línea defensiva vitoriana y dejar a En-Nesyri ante el portero, pero sin ángulo y sin la mínima opción ya con su desmañada conducción. Apenas unas pinceladitas. Otra, en un taconazo del Mudo Vázquez en el rincón derecho del ataque, para asociarse con Suso, cuyo tiro bloqueó un defensor (20’).

Un centro del campo con Gudelj, el actual Joan Jordán (sus piernas piden a gritos unas vacaciones para disfrutar de su reciente paternidad) y Franco Vázquez no produce precisamente un tsunami de vatios para someter al enemigo.

Y así el ordenado Alavés de Javier Calleja pronto se lo empezó a creer. Con Tomás Pina, Pere Pons y Manu García por dentro y Pellistri y Édgar por fuera, ambos con proyección hasta Guidetti, el punta. Koundé, que por algo es uno de los pocos titulares habituales que lo fue también en la despedida, estuvo providencial en dos llegadas de los vitorianos, una galopada de Pellistri que dejó en evidencia a Escudero (3’), en la que se anticipó al receptor del pase, y al obstaculizar un cabezazo del central Tachi después de que Édgar prolongara al segundo palo de cabeza un córner (36’).

En la segunda parte, el Sevilla mejoró algo con la entrada de Rakitic y Óliver, que dotaron de más ritmo que Jordán y el Mudo la zona ancha, más Óscar en el costado izquierdo por el atribulado Ocampos. Suso se animó con un tiro que salió cruzado por poco y En-Nesyri reclamó un posible penalti de Duarte. El Alavés también las tuvo en un cabezazo de Rioja, fuera con todo a favor, y un remate al palo de Manu, aun con muy poco ángulo.

Lopetegui apuró sus cambios en el 74 con el Papu por Escudero (Gudelj de central, Rekik al lateral) y De Jong por Suso. Y fue el menudo cuerpo del argentino el que contenía el último gol de la Liga. Se sacudió la pierna derecha, cayó ese gol y con él, el récord de este histórico Sevilla.

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