La Amargura: 300 años de fe, caridad y compromiso sacramental en San Juan de la Palma
La Amargura celebra sus 3 siglos de historia en San Juan de la Palma en un solemne pontifical presidido por monseñor Saiz
La Virgen de la Amargura recorre las calles de Sevilla en su traslado hacia las Hermanas de la Cruz
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La Hermandad de la Amargura de Sevilla ha conmemorado en la mañana de este sábado, 31 de mayo, Fiesta de la Visitación de la Virgen María, un hito significativo: trescientos años de su presencia ininterrumpida en la iglesia de San Juan de la Palma. Para celebrar este aniversario, se ha celebrado un solemne pontifical de acción de gracias en la parroquia de San Pedro presidido por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel
La Amargura ha sido trasladada en la mañana desde la casa madre de las Hermanas de la Cruz, donde ha sido velada durante toda la noche. Con la Virgen presidiendo el presbiterio de la parroquia, Saiz Meneses ha destacado en su homilía que este aniversario posee un profundo sentido espiritual, eclesial y pastoral. Durante tres siglos, la Hermandad ha sido un "faro de fe" para el barrio, la ciudad y la Archidiócesis, marcando un tiempo "largo y fecundo" de oración, penitencia, caridad, vida fraterna, fidelidad a la Iglesia y amor a la Virgen de la Amargura y a su Hijo, el Señor del Silencio.
La liturgia de la Visitación de la Virgen María sirvió de hilo conductor para la conmemoración. Este pasaje del Evangelio de San Lucas refleja el dinamismo de la fe y el gozo de la presencia de Cristo, siendo también una escena profundamente mariana. El arzobispo relacionó la espiritualidad de la Hermandad de la Amargura, que "no puede entenderse sin esa hondura bíblica, evangélica y sapiencial que configura la figura de María como discípula, creyente y madre", con la "prisa de la caridad" de María al visitar a Santa Isabel. Esta prisa, que "no es ansiedad, sino caridad", fue presentada como la clave de la vida cristiana y de toda "auténtica hermandad": "llevar a Cristo, ser portadores de su presencia, y hacerlo con la prontitud del amor".
Saiz Meneses afirmó que la hermandad ha caminado así durante tres siglos por las calles de Sevilla, no solo en la estación de penitencia del Domingo de Ramos, sino en la "procesión más importante, que es la de la vida diaria, la de las obras de caridad, la catequesis, el acompañamiento a los más pobres, la oración constante, la participación activa en la vida sacramental". Durante este tiempo, "la Amargura y el Silencio han sido camino de conversión, de belleza y de verdad" para miles de sevillanos.
Monseñor puso especial énfasis en la dimensión sacramental de la Hermandad, calificada como "esencial en la Iglesia". Citando la enseñanza del Concilio Vaticano II y de San Juan Pablo II en Ecclesia de Eucharistia, se recordó que "La Iglesia vive de la eucaristía" y que todo renacimiento eclesial brota de la liturgia, especialmente de la eucaristía, "fuente y culmen de toda la vida cristiana". Por ello, una hermandad sacramental está llamada a "irradiar la vida que nace del altar a todos sus hermanos".
La homilía conectó la identidad de la hermandad en estos tres siglos con el retrato del verdadero cristiano:"Que vuestro amor no sea fingido… amaos cordialmente, sed fervientes en el espíritu, alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación, perseverantes en la oración". El arzobispo indicó que la "belleza sobria y profunda de su imagen titular, la Virgen de la Amargura", ha encarnado ese amor sincero, esa fe inquebrantable y esa compasión que brota de la cruz.
Recordó que en 1725 la Hermandad se estableció "definitivamente en la iglesia de San Juan de la Palma", tras un largo peregrinar, iniciando una etapa de "consolidación espiritual y pastoral, que no ha dejado de dar frutos". Durante tres siglos ha permanecido ininterrumpidamente en esta sede, "enriqueciendo la vida del barrio, participando activamente en la misión evangelizadora de la Iglesia, formando generaciones de cristianos comprometidos".
Monseñor Saiz hizo un reconocimiento a las "figuras señeras" de esta historia de 300 años: sacerdotes, hermanos mayores, artistas y artesanos, pero, "sobre todo, innumerables hermanos y devotos que han ofrecido en silencio su oración, su tiempo, su limosna, su fidelidad".
Las imágenes titulares fueron presentadas por el prelado hispalense como símbolos de hondura espiritual. La Virgen de la Amargura, con su "rostro sereno, dolorido, pero profundamente confiado", muestra la "lógica de Dios, que pasa por la cruz para alcanzar la gloria", ofreciendo consuelo y esperanza. Su Hijo, el Señor del Silencio, es la "Palabra que calla ante la injusticia" y fuente de devoción intensa y contemplativa. Ambas imágenes constituyen una "escuela de interioridad, camino de santidad y espejo del alma de Sevilla".
Saiz Meneses recordó que el aniversario se celebra en el marco del Año Jubilar convocado por el Papa Francisco. Este acontecimiento es visto como una "oportunidad de gracia singular" y una "llamada al futuro". Es una ocasión para "renovar el alma de la hermandad", fortaleciendo sus pilares: la vida sacramental, la formación permanente, la caridad efectiva, la fraternidad vivida, la fidelidad al Evangelio y a la Iglesia. Reiteró que una hermandad es, ante todo, una "comunidad de discípulos de Cristo, reunidos en torno a la cruz y bajo la mirada maternal de María", no una asociación de intereses o expresión cultural.
La homilía concluyó dando gracias a Dios por estos tres siglos de historia fecunda, por cada acto de fe y caridad. Saiz animó a la hermandad a hacer suyas las palabras del Magníficat de María: "Proclama mi alma la grandeza del Señor…"; y a caminar hacia adelante, "guiados por la luz de Cristo, con la certeza de que el amor de Dios es más fuerte que cualquier oscuridad".
Tras finalizar la misa, el arzobispo, junto al párroco, Antero Pascual; y el hermano mayor, Aníbal Tovaruela, han descubierto una placa en recuerdo de la efemérides.
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