Esperanza de Triana en Las Letanías: el Sur también existe
La Virgen de la Alboreá, la imagen que convive estos días con la Esperanza de Triana en el Polígono Sur
La Esperanza recibe en San Pío X las visitas de muchos vecinos de Las Letanías que llegaron desde Triana
La hermandad puso pantallas en la calle y el patio para seguir el triduo ante la afluencia de público
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“Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea”. Carmen susurra tan tiernamente como si le hablara a una amiga de muchos años. Recuerda esa oración con la que su madre le enseñó a rezar a la Esperanza. “Pues todo un Dios se recrea en ti, celestial princesa” sus labios continúan y su cabeza recuerda los paseos por la calle Betis, el Puente de Triana, los corrales y las casas de vecinos que se fueron, las fraguas. En un momento los labios se callan y sus ojos lloran. “Es que esto es muy grande”, dice en voz alta.
La parroquia de San Pio X en Las Letanías lleva desde el domingo recogiendo tantas emociones y oraciones a la Esperanza que es fácil y necesario dejarse llevar por el pellizco en el alma. Por eso nadie se mueve ni manda callar a Carmen. Todos saben que la Esperanza de Triana en Las Letanías no solo es algo grande, es la reivindicación palpable de la piedad popular.
Como muestra, las sillas y pantallas que tuvieron que sacar a la calle y el patio de la parroquia anoche para el segundo día del triduo que se está celebrando en la parroquia con motivo de la misión apostólica y evangelizadora que la Esperanza de Triana está realizando en el Polígono Sur.
Nada más atravesar la avenida de las Letanías el barrio tiene otro aire. Las balconeras que la hermandad trianera ha realizado para la misión cuelgan de las calles que recuerdan al Rosario: Madre del Creador, Reina de los Ángeles, Reina de la Paz.
Las anclas verdes y una cruz hecha con flores de papeles verdes y blancas llenan el patio de la parroquia. “Está precioso, lo bonito que está el patio, la parroquia, las calles, ojalá esto se mantenga cuando se vaya”, decía una de las vecinas. Muchas mujeres pero también hombres como José Dorado. Llegó de la mano de su mujer, María Luisa Fiñana. Él nació en la calle Rodrigo de Triana “y bautizado en Santa Ana”, matiza. “Aquí llevamos mucho tiempo por las cosas de la vida”, explica María Luisa. “Hemos venido a verla desde que llegó al barrio. Él es muy trianero, vamos que se le cambia la cara nada más que intuye el puente cuando estamos por Reyes Católicos. Es que se le cambia hasta el humor”, sigue contando ella.
Muchos trianeros de la diáspora, como Dolores Garzón. Lleva 54 años viviendo en Las Letanías. “Yo vivía en la calle Pureza, muy cerca de la capilla de los Marineros. Para mi esto es pa morirse. Son 25 años sin verla porque ya no tengo las piernas para moverme mucho. De todos modos, estuve diez horas detrás de Ella el sábado. Desde Santa Genoveva hasta la parroquia. Desde que está cerca vengo todos los días y le rezo un poco”. Su hija Reyes la acompaña.
Francisco Javier es hermano de la Esperanza de Triana y está atento para que nadie salga de la iglesia sin su estampa de la Misión de la Esperanza. “Llevo viviendo aquí muchísimos años y jamás pensé que la Virgen viniera al barrio”, afrimó para después advertir: “¿Ves como nunca se puede perder la fe?”.
Para muchos sevillanos será la primera vez que pisen Las Letanías o las Tres Mil Viviendas. La oportunidad, como ocurrió con la Misión del Gran Poder en Los Pajaritos, de recordar que estos barrios, los más pobres de España, también son Sevilla. María Castello, vecina de La Oliva, ha sido certera: “Ojalá la Virgen nos traiga la paz a esta zona de Sevilla”.
Este es el gran don de la Misión de la Esperanza al que se refiere el párroco de San Pío X. Salvador Diánez no para un segundo con tanto trajín. Los feligreses no paran de llegar a la parroquia y muchos se paran a saludarlo. “La estancia de la Esperanza de Triana es una oportunidad para los encuentros y reencuentros con la Madre de Dios. Es un motor de alegría e ilusión para seguir trabajando por y para la fe”, afirmó.
El párroco, que también es delegado episcopal de Cáritas y responsable diocesano de migraciones, explicó que esta es una gran oportunidad “para conocer la realidad en la que nos movemos. La Iglesia ha estado, estará y está al lado de los más necesitados”, recalcó.
Para este párroco “la misión no acaba en la calle Pureza” porque en estas dos semanas en el Polígono Sur “se va a sembrar una semilla de fe y que nosotros tendremos que seguir regando porque la estancia de la Esperanza Triana en esta zona de Sevilla es espiritual, humana y socialmente positiva. Porque, como también se verá en Jesús Obrero, hay cosas positivas, y muchas en este barrio. Este es un regalo y hay que acogerlo y compartirlo con todos”.
Hoy, a partir de las 21:00 será la adoración de los jóvenes, el martes fue la vigilia de oración por el trabajo decente. Semillas que sembrar para que esta misión evangelizadora de la Esperanza de buenos frutos.
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