De la soledad de Koundé al nivel de Augustinsson...

Noche de frustración para los sevillistas con el rendimiento del equipo en su visita al Alavés. La escuadra de Julen Lopetegui lo intentó todo, peleó, pero evidenció su impotencia y la sensación de que en estos momentos no da para mucho más que para quedarse con estos empates fuera de casa.

Koundé | Su sensación de orfandad debe acercarse a la frustración

Fue de los pocos que salió con la intención de arriesgar para salir jugando desde atrás, con el deseo de imponerse a esa presión que ejecutaba el Alavés y que invitaba a quitarse el balón de encima, pero al francés le faltaron piezas para subir los escalones de la escalera de uno en uno. Se rebeló incluso al final y fue capaz de trazar esa jugada que pudo suponer el gol de Munir en la acción casi final, pero su sensación de orfandad sin Fernando y Diego Carlos debe ser absoluta.

Acuña | Es un gran jugador, pero tiene algunos diítas...

No fue la mejor noche del lateral izquierdo argentino, ya sea por las molestias físicas que puede arrastrar y que prácticamente le impiden acabar los partidos en las condiciones mínimas o por lo que sea. Lo cierto es que perdió algunos balones muy peligrosos, que rara vez se proyectó en ataque de verdad y que tuvo mucho más de falsedad que de fútbol de verdad su desempeño esta vez.

En-Nesyri | El colmo es que salve un gol de Delaney

Necesita tiempo para ponerse en la forma física que llegó a tener la pasada campaña y en los albores de ésta, también para recobrar aquella confianza que lo llevó a mejorar muchísimo en la definición ante el gol, pero de momento no se acerca ni muchísimo menos a aquel nivel. El marroquí lo intenta, pelea, traza las carreras al espacio, pero no acierta y el colmo fue el gol que evitó de Delaney.

Augustinsson | Mejor que el dinero se lo lleve un extranjero

Es titular en Suecia y, además, durante mucho tiempo, así que merece el mayor de lo respetos de quien estas líneas suscribe. De momento, no tiene el nivel mínimo exigible para jugar en este Sevilla. Y el problema es que, aunque no sea Monchi el responsable, se prefiere apostar por un extranjero y que su dinero se lo lleve un representante desconocido a dárselo a un sevillano. Así de fácil.