La ventana
Luis Carlos Peris
A ver qué nos espera
Era un pura raza, seguramente uno de los últimos bohemios, una manera de entender el toreo -con mi paquete de winston y la chaqueta sobre los hombros, repetía él- que ya no casa con una profesión bunquerizada entre las grandes casas empresariales. Pero Paco, que falleció el pasado 4 de febrero en el confín de una larga enfermedad, buceó desde el sótano del toreo hasta llegar a las grandes plazas. Sacó a Tomás Campuzano, vivió mil peripecias, apuró la vida y comandó aquella revolución sin armas que convertiría en figura a Manuel Díaz, al que rebautizó como Cordobés para reivindicar una filiación que tardaría muchos años en ser reconocida. Dorado dejó atrás un aura de bonhomía; era un taurino de raza.
Fue una densa y áspera rueda de prensa, celebrada el 25 de febrero, en la que Ramón Valencia trasparentó sin tapujos su malestar. El tramo final de la gestación de los carteles de la temporada 2025 en el coso maestrante se había enfangado con la drástica decisión de la familia Martínez-Conradi que había retirado la corrida de La Quinta invocando un acuerdo verbal con el gerente de Pagés que fijaba la lidia del encierro en la semana de Farolillos. Emilio de Justo, en el mismo envite, había quedado fuera del abono. Pero el nerviosismo evidente de los empresarios delataba otros condicionantes. El reloj había iniciado su cuenta atrás y, aunque aún era pronto para saberlo, el gerente de Pagés estaba presentando su últimos carteles.
Fue otro de los bombazos -o los campanazos- de un año marcado por el fin del contrato de arrendamiento de la plaza de la Maestranza. Pero la decisión del cuerpo nobiliario estuvo precedida de la victoria judicial sobre sus históricos arrendatarios, la empresa Pagés, en torno al doble pleito de la gestión del IVA y el aprovechamiento turístico y museístico de la plaza de toros. La noticia trascendió el pasado 15 de marzo: el juzgado daba la razón a la corporación maestrante. No tenían que devolver a Ramón Valencia los seis millones demandados en concepto de IVA ni compensarlos con el 50% de los beneficios obtenidos en materia turística. La Maestranza lo celebró con su silencio. El reloj del relevo estaba puesto en marcha.
El retorno del genio cigarrero se había fijado para el 8 de marzo en la feria de Olivenza pero la lluvia y el viento obligaron a aplazar el evento al día 22 con el mismo cartel. La reaparición, finalmente, se verificó a la tercera y en un escenario distinto. Fue el 29 de marzo en la plaza de Almendralejo, 210 días después de cortar por lo sano en un año, el 2024, que había vivido en dientes de sierra atormentado por el recrudecimiento del grave trastorno bipolar que sufre desde su juventud. Morante hizo el paseíllo junto a Emilio de Justo y Borja Jiménez -un cartel idéntico al que se había preparado en Olivenza- dando una de cal y otra de arena en una tarde de máxima expectación que sirvió de obertura a un año histórico e inolvidable.
La noticia de la muerte del gran banderillero sevillano iba a ensombrecer la preferia. Fue el pasado 27 de abril, en un día de toros. Alfonso Ordóñez Araújo, el último hijo torero del Niño de la Palma, dejaba de existir rodeado del cariño de los suyos. Su salud se había deteriorado en los últimos tiempos y no pudo cumplir el deseo de despedirse del palco de la plaza de la Maestranza -el mismo año que se cumplía el centenario de la alternativa de su padre- en el que había ocupado tantos años el puesto de asesor artístico de la presidencia de los festejos. Su larga y fecunda carrera en los ruedos no puede separarse de la de su hermano Antonio, el maestro de Ronda, al que guardó siempre un respeto y un recuerdo reverencial.
El valeroso diestro de Trigueros dio en Sevilla el primer golpe de una revelación que encontraría su definitivo trampolín en la corrida televisada de la feria de Málaga. Fue uno de los sucesos de una tardía Feria de Abril -la última de la era Pagés- que iba a llevar el sello intrasferible de Morante de la Puebla, definitivo intérprete de aquel ciclo que le vería cuajar sucesivos recitales desde su incomprendida faena de de Resurrección pasando por los lances a una mano que preludiaron el faenón del toro de Domingo Hernández o el definitivo concierto, un cante de ida y vuelta a la Edad de Plata, en la tarde crepuscular del Viernes de Farolillos. El año de Morante, su histórica temporada, no había hecho nada más que empezar.
El diestro de Espartinas había cimentado su ascenso a la primera fila en la inesperada simbiosis con los antiguos albaserradas en el otoño de 2023;en 2024 llegaría la consolidación y en 2025, la reivindicación del terreno ganado. El 15 de junio, en la llamada corrida In Memoriam en Las Ventas, dedicada, precisamente, al recordado Victorino Martín Andrés, iba a cuajar de cabo a rabo a Milhijas, otro toro inolvidable de la gran divisa cacereña que hizo buena la reflexión de Victorino Martín García: los grandes ejemplares de su ganadería han sido siempre inseparables del mejor momento de los toreros a los que se enfrentaron. A Borja aún le quedaban otras cúspides, como el indulto del gran toro de La Quinta en Bilbao.
Ha sido un año de cambios trascendentales en el seno del cuerpo nobiliario. Marcelo Maestre León, que había oficiado como fiscal de la junta de gobierno en la larga tenencia de Santiago León Domecq, juró como nuevo teniente de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla el pasado 18 de julio. La primera patata caliente que tenía sobre la mesa era la redacción, o culminación, del nuevo contrato de arrendamiento de la plaza de toros tomando buena nota de las enseñanzas del traumático pleito con Pagés. En el mismo envite había que optar por la renovación de sus últimos empresarios o apostar por el cambio. Se iniciaba un proceso, acelerado tras el fin de la temporada, que cambia el futuro inmediato de la plaza.
Al llegar el 10 de agosto Morante ya había logrado la mayoría de las grandes obras de su campaña:desde los faenones de Sevilla, pasando por los rabos de Jerez, Marbella o Salamanca;las puertas grandes de Pamplona y Madrid... El genio de La Puebla navegaba a todo trapo por la temporada exhibiendo una entrega y un compromiso descomunal que le colocaba en el filo de la navaja. El percance, después de algunos sustos premonitorios, llegaría en Pontevedra partiendo en dos una temporada que ya llevaba su nombre. Después de varios intentos reaparecería sin sanar del todo el 3 de septiembre en Melilla aunque, obligado a parar de nuevo, no recuperaría la normalidad hasta el 19 de septiembre en Salamanca.
Fue el 12 de octubre, en el colofón de una histórica jornada taurina que había llenado la plaza de Las Ventas en sesión doble. Por la mañana, con el festival homenaje a Antoñete que había impulsado Morante de la Puebla que, por la tarde, se vistió de lila y oro para seguir honrando al torero del mechón blanco. Lo que nadie podía atisbar es que, tras cortar las orejas de su segundo enemigo, iba a dirigirse en solitario a los medios de la plaza para desprenderse la simbólica castañeta. ¡Morante acababa de retirarse del toreo! Había sido una tarde a sangre y fuego que, de alguna forma, resumía la dureza de su gloriosa campaña. El genio de La Puebla había eclipsado a todo el escalafón en 2025 y abría la puerta a una incierta retirada.
Rafael Peralta Pineda, el otro centauro de La Puebla del Río, dejó de existir el pasado 4 de julio. Había marcado una época del toreo a caballo junto a su hermano Ángel y en la nómina de aquel cartel -el de los cuatro jinetes de la apoteosis- que revolucionó la especialidad hace más de medio siglo. Pero el otoño iba a traer otras desapariciones de figuras de referencia como la de Rafael de Paula, el artista gitano de Jerez de la Frontera que cantó Bergamín. Pero la ciudad del vino, el toro y el caballo vería desaparecer, casi sin solución de continuidad, a otro de sus hijos más insignes. Álvaro Domecq Romero, el grandioso jinete, ganadero y rejoneador dejaba de existir el pasado 18 de noviembre a los 85 años de edad.
Ha sido el segundo campanazo del año. José María Garzón, al frente de su firma Lances de Futuro, ha sido escogido por la Real Maestranza de Caballería para regir la plaza de toros de Sevilla los próximos cinco años según los postulados de un nuevo contrato que fija con exactitud los usos y posibilidades del recinto al estrenar el segundo cuarto del siglo XXI. El golpe de timón ha implicado el fin de la larguísima era de la empresa Pagés a través de tres generaciones de una saga -los Pagés-Canorea-Valencia- que no podrá cumplir el siglo al frente del histórico coso sevillano. El final de este largo matrimonio de conveniencia ha estado marcado por el polémico doble pleito que ha marcado negativamente el último tramo de la relación.
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