¿Cómo no voy a ser partidario de la Navidad, un tiempo en el que nos ponemos películas y la fantasía es una opción legítima?.

En el imaginario de las películas, Fin de Año es sinónimo de gente que decide apostar por el amor.

Ay de quien no cierre los ojos y albergue esperanzas ante unas papas aliñás, una tortillita de camarones, unas acedías.

A veces pienso con culpa en todos los viajes que mis padres no pudieron hacer enredados en sus obligaciones.

Sólo hay que ponerse alguna película propia de estas fiestas para comprender todas las amenazas que acechan.

Lo dice uno de los personajes: que Jesucristo estaba del lado de los apestados, de los leprosos, de los marginados.

Ha permanecido impasible al ruido de la vida y sus polémicas, como si ella supiera lo que realmente importa.

Con tu ejemplo demostrabas que inteligencia y bondad no están reñidas, que la lucidez y la generosidad pueden ir juntas.

Estos días ha emocionado encontrarse en el Festival de Sevilla las salas llenas, a la juventud volcada.

Las conversaciones con las que me topo me confirman que nada hay tan fascinante como el material humano.